10. La obra de las 6rdenes men–
dicantes en el Nuevo Mundo
sera glgantesca.
Dominicos,
carmelitas, agustinos , merce–
darios, jesuitas, apenas pode–
mos esbozarla; serfa preciso no
una obra sino una enciclopedia.
Pero hay que decir lo esencial.
La evangelizaci6n se hizo, en
muchos casos , contrariando a
colonos peninsulares y criollos .
Los monjes, en parte doctos y
en parte soldados de la fe , se
preocupan desde el inicio de la
colonizaci6n yen muchos casos
con indignaci6n, de la suerte de
los indios explotados hasta su
exterminio. Es conocida la ener–
gica denuncia de Bartolome de
las Casas, dominico, Obispo en
Chiapas, quien puso en cues–
ti6n la licitud misma de la colo–
nizaci6n. Pero no es el unico, los
jesuitas Jose de Acosta , Luis de
Molina, Francisco Suarez, Anto–
nio de Viera, unos y otros, est6n
en los orfgenes de la legislaci6n
de protecci6n a la poblaci6n
indfgena . De Paulo Ill, de
1534
a Pio Vy a Urbano VIII, la silla ro–
mana escucha la polemica de
Indios, cosa que no se debati6
en otros casos de dominaci6n
colonialista . En su totalidad, se–
gun Thomas Calvo, se enviaron
al Nuevo Mundo un total de
15.447
misioneros. Se entiende
el impacto en la arquitectura ,
el lenguaje y la representaci6n
de lo sagrado. En la estampa, la
Cr6nica de los religiosos de los
doce
ap6stoles,
que es el nom–
bre que adoptan en el Peru los
ser6ficos seguidores de Francis–
co de Asfs. Hubo entre los ser6-
ficos muchos cronistas e histo–
riadores de su propia orden, el
autor de la cr6nica , fray Diego
de Cordoba y Salinas tuvo un
Joyas de la Biblioteca
hermano, fray Buenaventura.
Son gente del siglo XVIII, tienen
ya mucho que contar, entre mi–
lagros y retratos de otros frailes .
Y entre una y otra p6gina, la
defensa de los indios.
En medio de otras 6rdenes
mendicantes , los francisca –
nos juegan un papel singular.
Como provincia franciscana
BREVE HISTORIA UNIVERSAL DEL LIBRO
para el Peru, llegan en
1545.
Los franciscanos provienen de
una propuesta, la de Francisco
de Asfs
(1182-1226)
que porsu
idea de pobreza absoluta, por
su forma misma de predicar,
rozaba la herejfa; se les podfa
incluso confundir con los del
movimiento «del libre espfritu»,
que la Iglesia combatfa desde
hada siglos, gente que otros,
Se apreciar6 ta monumentalidad de esta portada. Orden religiosa, ta franciscan a, de
numerosos cronis tas, misioneros
y
publicaciones.
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