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HUGO NEIRA

7.

De la aventura del libro en

las Indios

forma parte un libro

singular.

El Amadfs

de

Gau/a.

Su

difusion fue enorme, desde las

primeras ediciones, por los anos

de los viajes de Colon, hasta la

edicion que aquf se presen–

ta, de los libreros Combreger,

que la introdujeron en el Nue–

vo Mundo por los anos en que

los espanoles llegaban a Ca–

jamarca.

El Amad{s

de Gau/a

encarna los libros de caballerfa,

con el heroe a caballo. El profe–

sor Irving A. Leonard en un libro

celebre, revelo el papel en las

expediciones o «entradas» de

candidatos a conquistadores

(hubo m6s de dos mil intentos,

segun Ruggiero Romano, la ma–

yorfa sin exito alguno) junto a la

sed de riquezas, el fanatismo re–

ligioso y el af6n por llegar a ser

m6s, una suerte de imaginario

colectivo.

4

Esto quiere decir que

adem6s de los senalados en los

motivos del improvisado solda–

do de Indios, como el interes

por el pillaje y la f6cil riqueza ,

contaba tambien los relatos y

mitos literarios que venfan en

los libros de epoca . El de las

Amazonas, la busqueda de las

tierras de Ofir y de la Canela .

Todos lugares de encantamien–

to. Asf, pues, podemos afirmar

que precede y acompana la

exploracion y conquista del

desconocido territorio de Indios,

la extensa boga de los libros de

caballerfas. Esto es palmario en

el cronista Bernal Dfoz del Casti–

llo, soldado de Cortes y testigo

de la vez primera que los inva–

sores vieron desde lo alto: la es–

tupenda capital de los aztecas,

Tenochtitlan, Mexico, construi–

da sobre una extensa laguna

con

«chinampas»,

o sea, tierras

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elevadas, con plazas, calzadas,

mercados, templos

y

palacios.

Yadmirado, escribe «Y parescia

a las cosas de encantamien–

to que cuentan en los libros de

Amadis, por las grandes torres y

edificios que tenfan dentro del

agua»

(Historia verdadera

de

la

conquista

de

la Nueva Espana,

cap. LXXXVll}. Pero ni en Mexi–

co ni en el Peru, los hechos de

guerra generaron para los in–

vasores europeos, una nobleza

hereditaria. Los conquistadores

fueron tempranamente despla–

zados por frailes , funcionarios

y letrados, llegaron tarde para

un sistema de feudos . Se alza–

ba en el Escorial el primer Esta–

do Absolutista de Europa. Los

reemplaza en las Indios, el or–

den burocr6tico de los Austria.

Pero en la historia del libro y la

manera como llega a America

que intentamos resenar, cuenta

este antecedente, lo fabuloso

de Amadfs al lado de la nove–

dad de la nueva flora y fauna y

humanidad de las Indios, cuyo

mundo no estaba ni en el re–

lato de griegos y romanos, ni

en las Escrituras. Observese, en

fin, en este Amadfs de 1531, el

tamano del folio, los tipos goti–

cos, las dos columnas, el uso de

los capitulares. Y las xilograffas

que acompanan y adornan el

relato . El libro, en general , no

solo fue misales, doctrinas para

curas. Fue tambien, desde el

XVI , diversion, imaginacion, re–

lato encendido y fabuloso. Ylos

amores de Amadfs no siempre

son castos.

Los libros de cobol/erfos fueron duronte las siglos XVI

y

XVII el genera mos difundido. Y

el

Amodis de Goulo

troducido al Frances, portugues, itoliono, olem6n, ingles, holondes

y

hosto en hebreo.

Joyas de la Biblioteca