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3. Los libros manuscritos,

en lo que fue fecunda

la Edad Media, son confeccionados hasta

1450.

Hasta entonces, como se sabe, eran copiados por

monjes, en las

ascriptorias»

de abadfas y conventos,

es decir, en solos inmensas destinadas a esa labor

abnegada. Todavfa se les puede visitor, Cluny, en

Francia, que no es un monasterio sino una ciudad–

monasterio, agrupando comerciantes, abadfa,

huertos, calles y plazas. La orden cisterciense irradi6

cultura, «Cluny, luz del mundo», expres6 un Papa.

En lo que concierne al trabajo manual/intelectual

de preparar los libros, estos eran, ora miniaturas, ora

libros iluminados, es decir, acompanados de bellas

16minas, y siempre caligrafiados, lo cual , segun las

tecnicas de la epoca, consumfa centenares de

horas de paciente trabajo. Se entiende que la ma–

yorfa de ellos eran textos sagrados o liturgicos, casi

en su totalidad en latfn. Hay que decirlo, la Iglesia se

resisti6 a que los debates teol6gicos y las Escrituras

se conocieran en lenguas vernaculares, las actua–

les lenguas europeas. La version castellana estuvo

prohibida hasta

1791 - 1793.

El saber religioso no es–

taba dirigido a los laicos sino a los sacerdotes. Y no

solo la misa se decfa en latfn sino que las palabras

que operan en el milagro de la transformaci6n del

pan y el vino en el cuerpo y sangre de Jesucristo se

decfa en

asubmissa

voce», es decir, inaudible para

los fieles. La desconfianza ante los libros fue cedien–

do, primero ante el reto del protestantismo, cuando

Roma se renueva tras la

Vu/goto,

la hoja catequista

y los curas educados en seminarios. Luego, ante la

modernidad, pero la difusi6n del libro por la impren–

ta fue para la Iglesia cat61ica reto y media a la vez,

y tuvo posturas ambiguas. lmprimi6 libros pero per–

sisti6 prolongadamente la censura de libros, y con

ello, la dificultad del discurso humanista y cristiano

ante la supervivencia de pr6cticas inquisitoriales.

Que de alguna manera, y en nombre de nuevas

doctrines dogm6ticas, reaparecen con las dicta–

duras «cientfficasn de los tiempos contempor6neos.

En el fondo, nos marca profundamente la herencia

intolerante de la Contrarreforma y una cultura de

la desconfianza ante el libre saber y la libre crftica .

Pero no solamente la cristiandad escribfa en lengua

sagrada. Aquf se luce el Misal Mixto de Pedro de To–

ledo, y a su lado puede apreciarse una p6gina del

comentario a la Biblia hebrea de Rashi, un rabino

trances del siglo XIII. Ambas en la Biblioteca Capitu–

lar de Sevilla.

Joyas de la Biblioteca

BREVE HISTORIA UNIVERSAL DEL LIBRO

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