Table of Contents Table of Contents
Previous Page  19 / 246 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 19 / 246 Next Page
Page Background

JOYAS DE LA BIBLIOTECA

propia experiencia. Fui asiduo lector de ella, en mis dfas de estudiante pobre en la vecina Universidad San

Marcos del parque universitario. Para ese adolescente, cuyo primer contacto con la gloria de la ciencia

fue acaso la estatua en m6rmol de Galileo que se hallo haste ahora, felizmente, en el vestfbulo recupe–

rado de la biblioteca de Abancay, la Nacional era dos coses. Un luger grande y hospitalario donde los

estudiantes populares podfamos venir a leer libros que nos eran imposibles de adquirir por sus precios y

nuestros poqufsimos recurses {y eso sigue siendo, gracias al cielo). Ypor otra parte, habfa un lugar sagrado,

para investigadores. Hasta que algo comenz6 a pasar, hacia los anos noventa y comienzos del siglo vein–

tiuno. El pafs se dio cuenta que la educaci6n era decisiva. Se dio cuenta que esta se habfa desplomado.

Anos de los humillantes resultados del test Pisa en que nuestros j6venes aparecfan en el ultimo rango en el

mundo en materia de comprensi6n de textos escritos. Se dio cuenta que habfa m6s universidades, m6s

profesores, m6s estudiantes, y entonces, se pens6 en la construcci6n de una nueva sede.

El presidente Alan Gorda, gracias a un atinado consejo de Juan Mejfa Baca, habfa reservado unos terre–

nos cloves en San

Bo~a

durante su primer gobierno {hoy hubiese sido prohibitive el adquirirlos} y era posible

ese sueno, un local moderno. La tenacidad de Sinesio Lopez y la voluntad del presidente Alejandro Toledo

hicieron el resto. Esa historia asf de veraz y de sucinta, hay que decirla. Yno hablare, por mi parte, del traslado

de libros, el trabajo para activar y darle modernidad y eficacia a ambas sedes. Esta no es una Memoria.

Este libro pone, pues, en mono de un publico vario, las joyas. En los monos de los investigadores, que

los conocen. En las de los que no lo son, gente de diferentes profesiones y actividades, que, sin embargo,

pueden reflexionar haste que punto se pueden servir de esa riqueza que es doble, plena de informaci6n

y plena de excepcionales im6genes. Hemos trabajado denodamente para que el lector tenga este libro

en las monos. No solo los mencionados, el personal bibliotecario, abnegadamente, los celosos custodios

de patrimonio, con Nancy Herrera a la cabeza; y tienen raz6n de esos celos, nuestros libros (nuestros:

de la naci6n de todos) son apetecidos por quienes no distinguen lo privado y lo publico, y colocan por

encima del interes del coleccionista privado lo que se llama desde que aparecen las republicas moder–

nas, el interes comun. Al finalizar el coloniaje, existfan bibliotecas privadas y de 6rdenes religiosas. Pero

no por azar quien funda la Nacional es el propio general San Martfn. Un gesto republicano, vale decir,

revolucionario, fue el suyo.

A todo el personal de la Biblioteca hay que dar las gracias. No somos una casa editora y en muchos casos

tuvimos que pedirle a personal de secretariado apoyos inesperados. Como la lista de agradecimientos a

quienes hon hecho esta edici6n corre a parte, cabe ahora agradecer y felicitar al Banco Central de Re–

serve del Peru, a la junta directive que encabeza Julio Velarde, por esta clara muestra de lucidez. SL editor

libros que Ilamen a la lectura, p6ginas que abran el apetito por ir a ver m6s p6ginas, es decisive. El tema de

la lecture y de su contrario, la no-lecture, es decisivo. La democracia no es solo un regimen polftico, «es un

tipo de sociedad» {Tocqueville). Sus instituciones deben producir ciudadanos, desde el aula a los h6bitos

m6s corrientes de comportamiento social. Ser ciudadano no es solo votar, es querer saber que pasa en su

pafs yen el mundo, es leer. Es informarse, reflexivamente. La lucha contra la no-lectura es tan decisive para

nuestra patria, como la construcci6n de carreteras, puertos

y

aeropuertos. Un ciudadano que lee es un ser

con espacios de conciencia donde se pueden posar las ideas de libertad, de conocimiento, y de respon–

sabilidades. Un mundo de no lectores marcha en cambio hacia formas ineditas de despotismo. El Banco

Central y nosotros, estamos haciendo algo que no es inmenso, pero es ejemplar. Editor libros que lleven a

la lecture de otros libros. Asf de enorme y asf de sencillo. Cuesta tiempo, cuesta dinero, cuesta trabajo, pero

m6s va costar que el absolutismo de los que no hon lefdo llegue algun dfa al poder.

Joyas de la Biblioteca

Hugo Neira

Director BNP

11