H UGO N EIRA
8.
Es tiempo de hablar de los
hijos de Cristobal Colon.
Uno
de ellos , ligado asombrosa–
mente a esta mfnima historia
de la aparicion del libro en el
Nuevo Mundo. Tuvo dos hijos el
«Almirante de la Mar Oceano»
tftulo que reclamo a los Reyes
Catolicos «porque esas Indios se
las di, y sus Altezas no gastaron
ni un marav_edf».
A
uno de los
hijos, a Diego, el primogenito,
habido en dona Felipa, paje del
prfncipe don Juan cuando su
padre emprende el primer via–
je, le deja su mayorazgo, pero
a la vez, «que pague todas las
deudas que dejo aquf», es decir,
en este mundo. El que result6 ser
un caso especial es Hernando
(hijo natural, habido con dona
Beatriz Enriquez de Arana , en
«Digo
e
mando
a
don Diego, mi
hijo, que pague todas las deudas
que
dexo
aqui en un memorial...
Ele
mando
que aya
encomenda–
da a Beatriz Enriquez, madre de
Fernando,
mi
hijo, que lo probea
que pueda bevir honestamenten
Testamento def Almironte Colon.
20
•
Cordoba, m6s tarde, en 1488) .
Y
lo mencionamos aquf, en esta
brevfsima historia del libro por el
hecho de organizar, este hijo,
una extensa biblioteca privada,
acaso una de las m6s vastas de
su tiempo, unos
20
mil libros. Los
adquiere, clasifica, anota yes–
tudia con normas que no son
menores a los que usan hoy los
bibliotecarios, dice Juan Guillen,
en la
Historia
de
la Bib/ioteca
Ca–
pitular
y
la Colombina ,
ambas
en Sevilla , senalando de paso
que en esos libros de Hernando,
se hallan el trazo de sus anota–
ciones y observaciones hasta
el dfa de hoy.
5
Lo que aquf se
luce abajo, como estampa, es
el testamento, dividido en dos
partes. En la primera parte, Her–
nando Colon insiste en su fe y
se ocupa, lo cual es natural, de
los detalles de su funeral. Pero
como lo hace notar Juan Gui–
llen, lo que sigue, como ultimo
voluntad, son unos 39 pedidos
o normas en las que establece
como deberfan usarse sus libros,
la manera de conservarlos y de
que manera podrfa crecer aun
m6s su librerfa. Este hijo de Co–
lon fue bibliotecologo. La otra
lamina prueba, no menos, el ca–
r6cter de los hijos de Colon. La
divisa familiar habla por sf solo:
«A Castilla y a Leon, nuevo mun–
do dio Colom>. En esa Bibliote–
ca sevillana se hallo el
Libre
de
las Profec{as ,
obra a alimon de
Cristobal Colon y de un monje
cartujo. Leerlo es deslumbrarse
(Sobre la figura del descubridor
Colon, vease nota contigua} .
Joyas de la Biblioteca