H UGO N EIRA
16. Tiempo de/ barroco.
Do-
ble poder, celeste y urbano.
Sacro y mundano. De un lado
la afirmacion de los grandes
Estados monarquicos absolu–
tistas, la necesaria codifica–
cion jurfdica, Leyes de Indios,
Solorzano y Pereyra, de lo cual
se ocupa otro ensayo en este
mismo libro. De otro lado, la
exaltacion del poder arquitec–
tural. Pero el arte y la emocion
del barroco espanol e ibero–
americano no esta solamente
en las fachadas de las iglesias,
o en la monumentalidad de
palacios y conventos, en todo
caso, los de Lima, no fueron
majestuosos, prudencias dear–
quitectos ante los terremotos.
Lo esta y de manera sumo, en
el frontis o portada de mag–
nfficos libros. Por ejemplo, el
culto mariano se afirma en la
imagen que tenemos al lado,
desde el trono de las domina–
ciones celestes, se sostiene un
texto sagrado por un angel. La
segunda estampa es todavfa
mas explicita, el Santuario de
Nl,Jestra Senora de Copacava–
na. Domina el globo y coloca,
toda la America del sur, bajo
el nombre de Peru, a sus pies,
como proteccion. iCulto a
la Virgen o culto a las Virge–
nes? El historiador trances,
y
catolico practicante, Franc;ois
Chevalier, senala que tras la
reproduccion del culto ma–
riano en el Nuevo Mundo, tras
Nuestra Senora de Asuncion,
Concepcion, Rosario, Loreto,
venerada en coda provincia,
ciudad, villa natal, se mate–
rializa el amor por «la patria
chica».
11
Localismos, regiona–
lismos nacientes en el vientre
mismo del sistema colonial.
28
Cu/to moriono
y
los diversos nombres de lo modre de
Jesus,
«Refugio, Remedios, Amparo,
Solud, Buen Vioje, Buen Aire, Mercedes, hosto Nuestro Senora de lo Jusficio Social; de
Jo plegorio ferviente
o
lo supervivencio de pr6cticos orcoicos de origen iberico
como
de rifos prehisp6niCOSJ>, dice Chevalier,
«y
uno iconogrofio multip/eJ>.
(op.
cit.
p . 495) .
y
uno adhesion extroordinorio, extenso, continental.
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