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Publio Terencio Africono

(fl.

170 - 160

o.

CJ

fue

outor de comedios de gron bellezo

de esti/o, cuyo populoridod

se

extendi6

hosto lo Edod Media y

el

Renocimiento.

Los

obros de Terencio est6n entre los pri–

meros impresos

que

llegoron al Peru en

monos

de los conquistadores.

lo

edici6n

que

mostromos es

un inc

unable publico–

do en Venecia

en

1485.

Joyas de la Biblioteca

ARLOSI

DE

ESPANA y V del

Sacro lmperio Romano

Germ6nico reinaba so–

bre Castilla y Aragon , los Pafses

Bajos, los territorios austriacos,

Alemania, Napoles, Sicilia , el

Franco Condado, Canarias y

las Indios, cuando Pizarro y sus

socios conquistaron el Peru y lo

incluyeron en el inmenso domi–

nio de la Casa de Austria .

Lospobladores de estos territo–

rios, tan vastos y diversos, solo te–

nfan en comun la fe Cristiano, por

eso la evangelizaci6n, condici6n

fundamental para su integraci6n

polftica, fue impulsada desde la

Corona. Los misioneros trajeron

el cristianismo de los hombres

del Renacimiento, que tocaba

todos y coda uno de los actos

esenciales de su existencia : el

arte, la reproducci6n material

de la vida, el sexo, la concep–

ci6n del tiempo y del espacio .

Es asf c6mo la evangelizaci6n

occidentaliz6 el Nuevo Mundo

1

y al occidentalizarlo trajo consi–

go la gran revoluci6n de aquella

epoca: el libro impreso.

La imprenta moderna ha–

bfa nacido apenas cuarenta

anos antes del descubrimien–

to de America , en Maguncia,

Alemania , gracias al perfec–

cionamiento que hizo Johan–

nes Gutenberg de las antiguas

tecnicas xilogr6ficas provenien–

tes de China , aplicando tipos

met61icos m6viles. Los primeros

trabajos de los tip6grafos fueron

libros de teologfa y escritos de

la antigOedad cl6sica, encar–

gados por los miembros de la

Iglesia. Anos despues, cuando

la imprenta se extendi6 a otros

pafses, especialmente a Italia,

imprimieron autores cl6sicos

griegos y romanos, obras cien–

tfficas de eruditos renacentistas

y de autores laicos italianos.

En Holanda, diversas circuns–

tancias favorecieron el fioreci–

miento de una imprenta que

super6 en belleza y elegancia

a sus contempor6neas euro–

peas.

El ambiente para ese desarro–

llo fue propicio cuando se refu-

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