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13. La tetra impresa tuvo siem–
pre un destino politico.
No
la agota la natural gana de
narrar, o lo que hoy llamamos,
la comunicaci6n. En sus ante–
cedentes mas remotes pero
significativos, nace la escri–
tura en la ciudad-Estado de
Uruk, en Mesopotamia, y las
primeras escrituras se hallan
en China, en Egipto, entre los
Mayas, al tiempo que la civi–
lizaci6n urbana, la centraliza–
ci6n del poder y la construc–
ci6n de grandes imperios. Son
el orden, la ley, la dominaci6n
impersonal. En Occidente, el
lmperio Romano contribuye a
difundirla. Desde 1450, la im–
prenta, en Indios, sin embargo,
se acompana del bando y la
viva voz. El auto de fe celebra–
do en Lima en un 23 de enero
de 1639 ifue uno para ser
lefdo o para ser escuchado?
El original en nuestros fondos
bibliograficos.
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Joyas de la Bibliotec a
BREVE HISTORIA UNIVERSA L DEL LIBRO
14. Lo escrito amenaza,
promete sancionar,
y a la
vez congrega, junta. En
la lamina contigua,
Las
constituciones y ordenan–
zas,
antiguas, anadidas
y modernas de la Real
Universidad y Estudio
Ge–
neral de San Marcos de
la Ciudad de los Reyes
de/
Peru.
En la imprenta
Real, por Felix Saldana
y Flores, 1723. Lo escrito,
como queda claro, cons–
tituye. Fondos de la Biblio–
teca Nacional del Peru.
15. l,Desplaz6 por completo de los afanes de los peruanos coloniales
la cultura impresa a la oral?
Ni por asomo. Oraciones sagradas, ser–
mones, por un lado, por el otro, las relaciones de fiestas, los folletos
conteniendo el elogio a la entrada de los virreyes, los sucesos de la
vido colonial recogidos en coplas y comedies, no se pueden separar
de la practica de devoci6n o del ditirambo de cortesanos y, asf, en
esos textos impresos de epoca, como que se sienten voces, como
el rumor de conversaciones entre palanganas limenos. Lo oral , en
realidad, invadi6 lo escrito. Como en esta oraci6n del doctor Pedro
Peralta Bornuevo y Rocha, Cosm6grofo, Catedratico y Rector. Junio
de 171 6. Oraci6n
y
publicaci6n van juntas. Estamos en plena edad
del barroco. Bajo el absolutismo, dice Maravall, las apetencias de
la libertad;
y
como resultado, «una sociedad dramatica, contorsio–
nada, gesticulante».
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Los hombres de la
cosmovisi6n borroca, dice otro autor, «tu–
vieron temor a lo ruino , a la fugocidod del
tiempo». Ese gusto por el artificio, teotro,
fiestas , bandos
y
sermones, revela con
esos rituoles, tan limenos, olgo mas que
el desporpajo de uno elite suntuoso . Son
una forma de conciencio de vivir algo
inocobodo, posojero. El borroco peruo–
no, tema por estudiarse.
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