

HUGO NEIRA
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J
p p..
La curiosidad por lo extrafio
amanecfa
junta
con
viajes
y
el inicio
de
la
ciencia. El relox astron6mico es
muestro
de/
saber criollo deseoso
de
saber la
causo de
los temblores. Por otro
/ado,
la lamina alemana
de/
siglo XVI, muestro el inicio
de esa
comprensi6n caprichosa
de/ mundo
llamada exotismo. Los llamas
no se coba/gan.
civiles
de Juan Muller, traduci–
do por don·Miguel Sanchez Ta–
ramas, capit6n de infanterfa e
ingeniero, de la Real Academia
Militar de Barcelona
(
17
69).
Arquitectura militar y civil,
ciencia de la navegaci6n o de
los metales, cuerpos humanos y
representaci6n del mundo real,
de la naturaleza misma como de
la obra de los hombres zero ya
la ciencia estricta, desprovista
de elementos fant6sticos y de
magia? De ninguna manera. Si
como lo hemos dicho, se admite
el canon escol6stico y a la vez
el barroco, el resultado, del XVI
al XVIII, desde el punto de vista
iconogr6fico, es una tem6tica no
solamerite variada sino contra–
dictoria, compleja, sorprendente.
Una cosa y la otra a la vez. La
«extraneza» de America al lado
de la apropiaci6n de la tecnica,
el interes por la ftora y fauna, y,
162
~omo
no, la predilecci6n por lo
fabuloso, no solo los centauros, o
los demonios, sino la curiosidad
natural por el mundo natural. Asf,
el Re/ox
astron6mico
se ocupa de
los temblores de la tierra, pero no
como lo esperamos, como obra
tect6nica de los volcanes (Hum–
boldt no ha llegado todavfa) sino
como «Secreto maravilloso de la
naturaleza», descubierto por don
Juan de Barrenechea, substituto
de la C6tedra de Prima de Ma–
tem6ticas de la Real Universidad
de San Marcos de Lima, impreso
en la calle de Palacio, en 1719. En
cuanto a lo deforme, la fascina–
ci6n criolla por lo horrendo tuvo
atenta literatura, «naci6 en Lima
a 30 de noviembre de
1694))
dice
la.expresiva plancha. En fin, libros
de quiromancia, figuras demo–
niacas venidas del fondo de una
Edad Media atemorizada por de–
monios y pestes, relatos hist6ricos
en los que el arcabuz del Con-
quistador enfrenta a serpientes gi–
gantescas dignas de nuestro cine
de fabulaci6n, estampas hechas
en Alemania, en
1554,
en que la
se ve a un guerrero montando
una llama, pero al lado de ello,
obras que comienzan el traba–
jo de clasificar racionalmente la
fauna americana, yen este caso,
el cuy tiene el honor de figurar,
en latfn.
La mente virreinal.
Elogio
y
vejamen
En dos direcciones se puede
mover el investigador, y el es–
pfritu crftico. Destaca en primer
lugar la mudanza que introdujo
en el mundo la solo presencia
de America . La obra del Padre
Acosta , rector del Colegio de
San Pablo en 1575,
Historia Na–
tural
y
Moral de las Indios,
que
de por sf, marca un genero. Un
Joyas de la Biblioteca