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y alumnos de historia -vencien–

do la tentaci6n departamenta–

lista a aislarse, a veces las me–

t6foras renovadoras vienen del

exterior de una disciplina dice

el fil6sofo Rorty- extraigo la si–

guiente observaci6n: «La Edad

Moderna se distingue por dos

rasgos que no encontramos

en Nueva Espana» (se entien–

de, para el

USO

util de esta cita,

que tampoco se le encuentra

en el reino similar del Peru) «el

primero es el crecimiento del Es–

tado central a expensas de las

autonomfas locales y de las ju–

risdicciones especiales de estos

Joyas de la Biblioteca

o aquellos grupos. El segundo,

ligado al anterior, es la igualdad

ante la ley: una misma ley para

todos y todos iguales ante esa

ley. La desaparici6n de los par–

ticularismos medievales y del sis–

tema de jurisdicciones especia–

les corresponde al crecimiento

del Estado central». En Nueva

Espana , continua Paz, sucedi6

algo muy distinto. El Estado, cen–

tralista y burocr6tico, igual pro–

tege los particularismos. «Las co–

munidades indfgenas estaban

regidas por las leyes de Indios y

habfa estatutos especiales para

los diferentes grupos etnicos: ne-

EL XVI.

EN EL ASOMBRO DEL MUNDO

gros, mulatos, mestizos, criollos

y espanoles. Leyes particulares

regfan a las 6rdenes religiosas

y a la Iglesia secular: otras a los

encomenderos, los comercian–

tes, los mineros, los artesanos,

las congregaciones, las cofra–

dfasn.27 Paz encuentra razona–

ble la definici6n del historiador

Richard M. Morse, una sociedad

acentuadamente «jer6rquica

y paternalista n, y a la vez, «de

jurisdicciones especiales para

coda grupon. 3Acab6 ese ras–

go con la lndependencia? 3Es

necesario insistir aquf, cu6nto

esas caracterfsticas trabaron el

proyecto liberal-republicano?

3Y cu6nto ello acaso no habi–

ta en el tramado social actual?

3Cu6nto, por su prolongaci6n

en mentalidades y costumbres,

hace que conceptos como el

«bien comunn

0

la «naci6nn

resultan evanescentes ante la

fragmentaci6n social de nues–

tros dfas?

La Historia , es tambien una

ciencia coyuntural , sus pregun–

tas al pasado cambian segun la

sensibilidad de coda tiempo. La

inteligibilidad que entonces se

le pide a la memoria colectiva,

Lo historio de/ clerigo Gomora (Francisco

Lopez de Gomora) que no estuvo en el

Peru, que pr6cticomente no es un cro–

nisto sino un historiodor,

y

que viene a

ser lo version oficiolisto,

y

lo que contes–

to

y

controdice Gorciloso, «cronisto de

viston.

Que

no solo estuvo en Indios sino

que nocio en el/a, el cusqueno. No deja

de tener significodo, pues, eso portodo

de Gomora. eElegonte? Mos bien oplos–

tonte . El 6guilo con doble cobezo de los

Austria. Y los sfmbolos def poder.

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