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Pero, perdieron las elecciones

en San Marcos, Baqufjano y

Carrillo tuvo que alejarse, no sin

dejarse retratar con toga, con el

cordon de la Orden de Carlos Ill

en bandolera, y en la imagen, al

lado de ejemplares de

El Mercu–

rio Peruano,

y en un buen lugar,

dice la investigadora Demelas,

«figuraban los nueve tomos de

L'Encyc/opedie

y las obras de

Newton>>. Tuvo que irse, el ilus–

trado criollo, habfa dicho cosas

espantosas: «es-mayor el meri–

to que nace de sf mismo que el

que solo deriva del origen». Lue–

go llego la hora de las armas. Un

programa jacobino de Nacion

(en una sociedad que habfa

vivido enjaulada por el proce–

so colonial) vino de la mono de

San Martfn y de Bolfvar. Ahora

bien, la tem6tica de como un

simil del Estado-nacion jacobino

y unitario se adapto tarde, mal

y nunca, es tem6tica a la vez

que dram6tica, prolongada e

interminable. Vamos a cumplir

dos siglos de Republica, y el ayer

y el presente se nos juntan. zQue

no hicimos? iQue folio?

La marmita colonial no es por

complete tiempo pasado, sino

el origen de muchas cosas. Esos

criollos, y eventualmente algunos

mestizos e indios nobles, esos do–

minantes

I

dominados para de–

cirlo con las categorfas de Pierre

Bourdieu,

zCOmo

se ubicaban en

el Orbe lberico? Quiz6 debemos

razonar por comparacion, con

Mexico, despues de todo, la so–

ciedad novohispana se movfa en

un mundo de sfmbolos muy pare–

cido a los hijos de esta tierra. Pues

bien, hoy sus historiadores dicen

lo siguiente: «Nueva Espana era

vista por su aristocracia, como un

Joyas de la Bibliotec a

reino asociado y autonomo den–

tro de ese conglomerado que era

el imperio hisp6nico, al cual los

novohispanos estaban unidos por

el pacto».

23

El asunto era, pues,

imitar, equipararse, diferenciar–

se. A mexicanos y peruanos co–

loniales los cubrfa, por lo demos,

el manto protector de los santos.

De sus santos. Alla en Mexico, la

independencia, o mejor, seamos

realistas, la separacion polftica

de la metropoli es algo profun–

damente ligado al culto de la

Virgen de Guadalupe, como lo

ha mostrado Jacques Lafaye.

24

En el Peru, sabemos, la historia re–

ligiosa es algo mas que historia

de la religion. De ahf la.guerra de

im6genes. De ahf el deseo de los

indios de dejar de ser paganos y

volverse no solamente cristianos,

sino llegar a tomar el cielo con

sus propios santos indios, que ha

estudiado Estenssoro.

25

Y, por ultimo, el vejamen

SL por vejamen se entiende, si el

diccionario posee la verdad de

lo obvio, «una s6tira en la que se

senala los defectos de alguien

o de algo», zpodremos satirizar

lo colonial por su abigarramien–

to cuando nosotros de alguna

manera, y con otros ingredien–

tes, lo repetimos?

e

Y es eso algo

censurable? Los estudios de cul–

turas postcoloniales, saludan en

las mezclas, la creatividad de

la impertinencia. zJuego de es–

pejos, cuando la imagen que

nos devuelve se parece tanto

a la nuestra? Confieso que me

interesa ese tiempo como sus in–

terpretaciones, la idea que nos

hemos hecho de lo colonial , las

lecturas republicanas, de modo

EL XVI ,

EN EL ASOMBRO DEL MUNDO

que, dentro de los Ifmites de este

ensayo, intentare, escuetamente,

la historia de una historiograffa.

Para comenzar, conviene apar–

tarnos del error que justamente

no recomendamos a nuestros

estudiantes. El historiador no es

tardfo juez, auditor a destiempo,

inquisidor de muertos. lntentemos

comprender, decimos en close.

Lo cual no quiere decir absolver.

Para proseguir, apartemonos de

los estereotipos.

La colonia no es eso que ocu–

rre entre la muerte de Manco

Inca el rebelde y 1821 el balcon

independentista del general San

Martin. No es parentesis, interreg–

no, zona baldfa. Es cierto que

los Incas dejaron de gobernar

pero el virreinato fue algo mas

que una ocupacion extranjera .

Negarlo es negar la historicidad

de esa historia. El Peru virreinal

comenzo queriendo ser otra Es–

pana, se llamo Nueva Castilla

Chf.onica

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Cieza, el espoiiol, recoge lo version oral de

los_«orejonesJ>,

y

por eso el maestro Porras

lo llama ala primero cr6nico mestizoJ>.

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