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en la metr6poli que en la peri–

feria americana. En Espana no

impidi6 del todo el ocultismo

cristiano, «la oscura gente» dice

Sanchez Drago, maleficos, al–

quimistas, convulsionarios, como

si 0116, judfos y moros pasados a

las clandestinidad, practicaron

un ocultismo inteligente, mien–

tras que por estas tierras, bajo

el Patronato Real cedido por la

silla del Papa a la silla del Empe–

rador, y este a los Virreyes y la

lnquisici6n local, la cosa fue mas

beata, sin lic6ntropos ni gn6sti–

cos como en las Espanas.

30

Ahora bien, esto envuelve en

particular a las elites virreinales,

a su cautela, engendrada me–

nos en sus intereses que en su

credo. Cu6ntas veces he pen–

sado en este tema , mientras

vivfa en el vientre de la gran

ballena de Occidente. La dife–

rencia entre la

intelligentsia

que

prepare la llustraci6n europea

y con ella, a despecho, la revo–

luci6n francesa, la modernidad

polftica, y la

intelligentsia

colo–

nial y virreinal. eGue hubo en

unos que no hubo en los otros?

No hay coevoluci6n, ni bifur–

caci6n, en Indios, al defsmo y

a una saludable incredulidad

ante lo sagrado. Mirando bien

estas im6genes, se presiente

un mundo instalado en la satis–

facci6n, con la excepci6n de

la melancolfa del barroco. No

me contentare con decir como

Javier Prado o Felipe Barreda

Laos, ciertamente, opresi6n do–

ble, «esfuerzos combinados de

la Monarqufa y la lglesia».

31

Algo

mas falt6, que sf hiere a fondo

a los humanistas occidentales.

eDe d6nde surge esa gente de–

sazonada, inquieta, conscien-

Joyas de la Biblioteca

te que el hombre ya no ocupa

el centro del universe? «Hubo

una crisis del saber europeo»,

la idea es de Umberto Eco. «De

pronto se descubre, desde la

revoluci6n copernicana, des–

de la ciencia astron6mica, que

el hombre no es el dueno del

mundo». Eco senala «una herida

narcisista».

32

Habfa que poner

en orden, entre otras cosas, el

mundo polftico, pero sin revela–

ci6n ni plan divino, sino a partir

del mundo escueto y cruel de

los propios hombres.

0

sea, Ma–

quiavelo, Hobbes y el

Leviat6n.

«El progreso del saber se produ–

ce por la crisis del mismo saber»

cementa. Pues bien, la herida

narcisista se ignora en la com–

placida criollidad intelectual.

Me ha interesado, por ello, el

caso de Olavide, su laicismo,

su fuga, su arrepentimiento. No

dudaron, ese fue su error. Y si

esto es un deftcit-de esa

intelli–

genstia,

tambien puede ser la

de la actual. Juego de espejos

dije. Que va. Ese pasado de fi–

delismo puede ser un signo de

impermeabilidad a la raz6n. Alla

se seculariza la filosoffa, aquf no.

Con el tiempo se volver6 ideo–

logfa. De Occidente se impor–

t6 todo, o casi todo, men9s la

incredulidad. Yen ese caso, lo

que estudiamos, bien puede ser

lo que Pierre Nora llama «un pre–

sente dilatado».

33

Por aquellas

carencias, por el legado de la

inclinaci6n por la ortodoxia. Ella

asola nuestros debates, nuestros

comportamientos.

eC6mo situarnos, sin embar–

go, nosotros mismos, ante la

mundializaci6n presente, si no

entendemos esa civilizaci6n

que nos precede? Por lo demos,

fa

XVI,

EN EL ASOMBRO DEL MUNDO

seguimos leyendo el mundo

como un espect6culo ajeno,

sin ingresar a la ciencia y a la

tecnologfa. Asf, las im6genes

que estudiamos nos muestran

un universo que nos asemeja. Un

«cosmopolitismo provincial».

34

Aunque solo el enunciarlo, pa–

rezca algo contradictorio, un

oximor6n . Pero hay verdades

que solo se expresan con la

sorpresa de una met6fora. Mas

0116 de las polarizaciones, crio–

llo/indio, occidental/indfgena,

se abre un campo de fusiones y

rechazos, una forma de ciuda–

danfa mundial, desde el taller

perpetuo de la marginalidad,

tras la emergencia de formas

hfbridas y multiples, por esa re–

laci6n oblicua ante lo dominan–

te, incluyendo el castellano yen

raros casos, pero decisive, en el

saber mismo, a veces superior

a los que habitan el centro ca–

n6nico de las convicciones. Es

nuestra ventaja de la desventa–

ja. Yque asf sea. De Garcilaso a

Vallejo. A Borges. La triunfante

exentricidad.

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