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de doctrine cristiana o de derecho natural al uso de uni–

versidades y colegios virreinales, ahf en los claustros, donde

los estudiantes obtenfan sus grados de bachiller, maestro y

doctor, podrfamos reparar que sus ejercicios obedecfan a

un orden riguroso an61ogo. Un orden o disposici6n mental

que estaba al

USO

en

SUS

demostraciones y Celebres dis–

putas. an61ogo, fuerza es admitirlo, al de la arquitectura y

la portada de muc hos libros. Ambos, rigurosos altares. Los

discfpuloscriollosde Santo Tomas no avanzaban si la propo–

sici6n fundadora no sustentaba a las subsiguientes. Pensar

era una carpinterfa de axiomas y silogismos. Una portada

de un libro. tambien. La ortodoxia no solo se demostroba, se

vefa . Era maravilla, sustento de un orden celeste y terrestre

inmutable.

Pero si observamos la otra lamina, se notar6 que algo

le ocurre a ese orden demostrativo. En

La estrella

en

Lima

convertida en sol,

la estruc tura tripartida se mantiene, pero

el beato Toribio c amina, se mueve; de hecho ftota la ima–

gen femen ina a su derecha, y extiende el brazo la imagen

masculina situada

a

la izquiera. Todo ftota . lncluso el coro

de 6ngeles c elestiales. Por lo demos, ninguna imagen deja

de ser diferente, de arriba a abajo. Yesto no es escol6stico,

sino su contrario, es movimiento, es voluta, giro, capricho.

Entonces estamos en el barroco. Es decir, el conocimiento

virreinal , por efecto de lo de fuera

y

la devoci6n de los

coloniales, mientras se practican las disciplinas del escola–

ticismo, a la vez se adopta la pasi6n barroca . Ese termino,

a mi leal entender, no significa un fen6meno en el arte, ni

en la literatura cortesana de Indios, unicamente. Es algo

mas, un estado de espfritu. La emoci6n barroca va del teatro y la literature a la construcci6n del Estado.

Se exhibe en el campo de las representaciones, desde la arquitectura religiosa y civil a las portadas de

los libros. Ahora bien, aceptar el barroco, que en las Indios fue un esplendor, para el hombre virreinal

es admitir la complejidad de las cosas, es aceptar el lado oscuro y tr6gico del destine humano. AsL por

un lado, canon de la escol6stica teol6gica y jurfdica, y por el otro, y no por casualidad, acentuado

en el XVIII , una tension, una cierta angustia mezclada con la celebraci6n, es decir, el barroco. Culture

de la ambigOedad, pues. Estudiando a Durero, Umberto Eco percibe una novedad, la representaci6n

melanc61ica, <cun tipo de belleza, ya no de la armonfa del mundo sino de sus torturas». Un remolino de

sentimientos, que sin embargo se condice con la geometrfa

(Historio

de

la belleza,

Lumen, Bompiani.

2004). Pero podemos preguntarnos si ese culto a la vez de c6nones escol6sticos

y

complejidad barroca

es abigarramiento pero tambien, velada confesi6n. La aceptaci6n de un orden imperial-colonial que

pareda inmutable, los hada conformistas, conservadores . Y simult6neamente, en el presentimiento

barroco de la fugacidad de las cosas, hay un estremecimiento, un cierto inconformismo. Malhumor de

Caviedes tras la zumba criolla que llega hasta Palma, desengano vital.

i

Tras los primores de la diserta–

ci6n escol6stica se ocultaba el requebrado fastidio?

i

Vedados los caminos de la claridad, huyeron por

las sendas del retruecano? Acaso no les quedaba otra . (hn)