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HUGO N EIRA

plo, los trabajos de Rafael Alta–

mira, los de Guillermo Lohmann

Villena, que parten de la pers–

pective de la administraci6n in–

diana como prolongaci6n del

imperio espanol y examinan la

articulaci6n de los diversos nive–

les administrativos en America,

es un metodo hist6rico, jurfdico,

institucional. La otra escuela

proviene de la inftuencia de la

escuela de

Anna/es,

y prefiere

hurgar en los desarrollos econ6-

micos regionales, los fen6me–

nos de venta y beneficio de los

cargos administrativos; en la re–

laci6n, por lo demos perverse,

entre Estado y sociedad, o sea,

en el engranaje de los intereses

econ6micos y sociales locales

con las instituciones indianas,

en sumo, en la compleja inte–

racci6n entre ambas. El tema

no es banal ni solamente aca-

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Leyes, debate, reyes, justicio

ciego ... Des–

punto uno modemidod potrtico, lejono pero

seguido desde lo periferio de Indios.

152

demico. eQuien corrompe a

quien? eEI Estado de Indios a sus

vasallos por el vicio de la sumi–

si6n o la sociedad indiana a los

funcionarios peninsulares desde

el vicio de la seducci6n? eNo

casaban a las hermosas criollas

con los gachupines con empleo

regalicio? El tema es capital por

la sencilla raz6n que esa forma–

c i6n (incomplete) de Estado

prefigure las dificultades en la

constituci6n formal de los Esta–

dos latinoamericanos indepen–

dientes desde el comienzo del

siglo XIX.

Hay que buscar muy lejos,

para hallar un sfmil, algun siste–

ma cargado de tal grado de

ambigOedad, tan poco claro.

La economfa polftica de esas In–

dios aisladas y que, sin embargo,

eran parte del primer capitalis–

mo comercial a escala del mun–

do, se abandon6 a la esfera de

los favores . Habfa producci6n,

minas, haciendas, pero los Aus–

tria hispanos no abandonaron

nunca la idea de una organiza–

ci6n burocr6tica de la sociedad

misma, y el orden de los privi–

legios consolida el sistema de

estamentos. Diversos grupos se

acogieron a esa concepci6n,

y

en los hechos, lo que hicieron,

fue no ignorar el mercado pero

apropiarse monop61icamente

de la demanda. El estamento

hizo nacer el privilegio. El esta–

mento que determinaba, desde

el nacimiento, el destino perso–

nal, la forma particular de vida,

segun la pertenencia a un clan

familiar o din6stico. Y adem6s

de criollos o peninsulares, tam–

bien se acogieron al sistema,

mestizos, indios de la nobleza,

y

los de rango de curacas. Aque-

llo fue un capitalismo que vivfa

del Estado. Pero esta variante,

no es exclusivamente america–

na . En otros lugares, el capita–

lismo garantizaba a un grupo

de empresarios una patente, un

mercado cautivo, y el capita–

lismo pudo ser compatible con

formas de privilegio que igual

cubrfan las necesidades, tarde

y mal, pero las atendfan . El Es–

tado de Indios, desde el punto

de vista de la dominaci6n de los

Austria espanoles, obtuvo lo que

querfa, estabilidad y rentas.

Lo descrito hace pensar en un

Estado benefico-aristocr6tico

a la manera de Colbert: y tam–

bien, revisando a Max Weber,

13

lo ocurrido en Rusia con Pedro

I,

en Prusia con Federico el Gran–

de. Esa evoluci6n, sin embargo,

no conducfa al capitalismo in–

dustrial privado, y no solo por

el monopolio espanol. La inse–

guridad de la base jurfdica, la

precariedad de los privilegios

por naturaleza inestable (me–

nosprecio de corte, alabanza

de aldea) , la ausencia de una

clara asociaci6n entre nobles

locales, volvieron el favor polfti–

co en algo decisivo, como par–

te de la cobertura de los cos–

tos familiares y empresariales.

Porte del ascenso criollo. Asf, la

fiesta como forma de asocia–

ci6n

y

de inversion, aleja a ese

protocapitalismo de toda idea

de ahorro

y

de vida ascetica,

salvo para los santos, que ade–

m6s, fueron contados. Estamos

en las antfpodas de una etica

puritana descrita por Weber en

losinicios del capitalismo. Arrien–

do, venta o privilegio, el pacto

colonial convierte a los potenta–

dos criollos en senores polfticos

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