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HUGO NEIRA

HISTORIA

DELLE NVOV.E

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Con

nombres variados, «Nuevas Indios

Oc–

cidenta/es»,

o

«provincias def Peru», igual, el

asombro ante esa nueva tierra. Yel debate,

el extraordinario enfrentamiento entre Juan

Gines de Sepulveda, el gran te6rico

que

combatfa tanto al moderado Erasmo coma

al heretico Lutero, el Tito-Uvio espafiol lo

//amaron, mezcla de intransigencia y brillan–

tez, pero

que

no

pudo veneer a un energi–

co

Fraile llamado Las Casas, ni detener sus

fulminaciones: «Dias, creo yo, va a castigar

a Espana por sus obras impfas, miserables

e

ignominiosas» (en,

Testamento).

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los Borbones, cambiaron toda

esa burocracia por Secretarios

de Estado; pero ya era tarde.

Conviene decir que para los

reinos de Indios, la administra–

cion real no invento gran cosa

de singular. Y si se enviaron Vi–

rreyes, eso era una pr6ctica que

ya se usaba para Napoles, para

Barcelona, antes que se esta–

blecieran en Mexico en

1536

y

Peru en

1542.

Lo esencial de ese

sistema centralista y controlista

fue la extraccion del tributo fis–

cal , no hay que olvidar que las

Indios era la gran contribuyen–

te de la polftica imperial de los

Austria, comprometidos desde

el XVI, en interminables guerras

contra el turco y el protestantis–

mo. La fiscalidad fue aplastante,

como es bien sabido, alcabalas,

almojarifazgos para el comercio

marftimo, y ni negros ni mulatos

escapaban a los «Servicios rea–

lesn, menos los indios, grandes

tributarios.

Todo lo dicho es la explica–

cion convencional. Pero que–

da pendiente la gran cuesti6n,

que no se agota en las explica–

ciones resumidas en las Ifneas

precedentes.

z

Como se pudo

ejercer el poder, estando tan

lejos y no conociendo Ameri–

ca? Es una pregunta de nuestro

tiempo. Se la puede formular de

la siguiente manera. 2Como se

pudo gobernar con tecnicas de

ese tiempo (un espacio nuevo,

15

a

20

veces mas vasto que

la metr6poli) subpoblado (una .

densidad que no sobrepasaba

1 a 2 habitantes por km

2 )

situa–

do a

1,5

anos de Mexico, a 3

anos de Filipinas.

10

En efecto,

lo que ha reverdecido el tema

del Estado espanol en Indios y su

singularidad, son los estudios en

torno a un funcionario de Indios,

del XVII. En

1645,

el espanol Diez

de la Calle, establece la lista de

empleos provistos por el Monar–

ca en ultramar

(

empleos civiles,

militares, religiosos) . Yen su

Me–

moria informativa,

que hoy inspi–

ra tesis universitarias, senala que

en el Virreinato de Mexico esta–

ban nombrados por esos anos,

473

empleos a los que se puede

anadir unos

2.508

soldados. En

Lima, los empleos son

390

y unos

2.513

soldados, que sumados a

los de la guarnicion del Callao,

llegan a unos

2.700

militares,

aproximadamente, para todo

el inmenso virreinato. A lo sumo,

mil empleos ya lo sumo 5 mil sol–

dados en ambos «reynos».

11

Una

m6quina tan escu61ida de po–

der no puede girar si es que no

hay un sistema de alianzas. Con

quien podfa ser esa alianza sino

con las elites criollas, concluye

el autor de la ponencia, para la

Universidad Parfs X, Nanterre.

z

Como mandar con tan po–

cos hombres en armas? En Espa–

na, razona el historiador Joseph

Perez, el centro supremo de

decision, hacia el cual conver–

gen todos los informes y todas

las informaciones procedentes

de America , era el Consejo de

Indios, encargado de definir y

aplicar la polftica colonial, pero

su tarea era abrumadora, por la

enorme distancia, la lentitud de

las comunicaciones y, sin duda

alguna, el peso del aparato ad–

ministrativo y burocr6tico (si lo

sabremos nosotros, despues de

dos siglos de ensayo de republi–

ca). Ello explica -prosigo con

Perez- que muchas medidas

para evitar los abusos se hayan

Joyas de la Biblioteca