cosas, en esa Europa cristiana
se instala una separacion entre
poderes, de un lado el Papa,
del otro, Emperadores y Reyes.
Una separacion entre la esfera
espiritual y la material. Dicho de
otra manera, las actividades in–
telectuales, el trabajo del pensar
el mundo, es decir la ciencia, no
estaba necesariamente someti–
da a la religion. De tal manera,
que de Colon el navegante a
Galileo el astronomo, las hipo–
tesis que dejaban explorar el
azar de las cosas y del mundo,
y conocer lo inconocible, era
la palida ventaja de Europa , y
lo que le permitira su aventura
marftima, comercial, politico y
militar en los siglos siguientes. En
1491 , Colon busca un permiso
real para explorar el mar hacia
el Oeste, pese a la ortodoxia de
los religiosos consultados
y
del
escepticismo de los cosmogra–
fos. No son los grandes barcos los
que pondran en comunicacion
losdiversos mundos. Las expedi–
ciones chinas, de 1408 a 1433,
dirigidas por el almirante Zheng
He, cuya nave capitana podfa
llevar hasta mil pasajeros, ha ido
hasta el extreme del Africa. Pero
la China de los Ming prefiere el
orden interior a la aventura co–
lonial. Estan muy ocupados en
Pekfn, nueva capital debido a la
presion de los mongoles, como
EL XVI ,
EN EL ASOMBRO DEL MUNDO
para intentar la aventura de los
mares. En cuanto a Japon, des–
de el XV, sus intestinas guerras
feudales lo distraen. Y asf, en
China yen Japon, los que lle–
gan por los mares son los portu–
gueses. Como desde el golfo de
Mexico, la expedicion de Cortes
a Yucatan. Ymas tarde, por el
mar, siempre el mar, desde Piu–
ra, Pizarro a Cajamarca. En esa
humanidad ya sin riberas, son los
occidentales los que toman la
ventaja,
y
por lo general, desde
unasmatem6ticas, astronomfa
y
arte nautico, paradojicamente
tomadas de otras civilizaciones,
asimiladas, apropiadas, modifi–
cadas. Esossaberes, un tiempo
Ton to
como
aviones, misiles, plataformas orbitales
y
viajes al espacio pueb/an nuestra imaginaci6n, en ese tiempo fue un nav{o, el gale6n.
Necesarios por siglos al comercio por mar, tambien para las guerras, reinaron sabre los oceanos. Hasta
que
aparecieron los
clippers.
Joyas de la Bib lioteca
143