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HUGO NEIRA

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Arriba,

un

manual para impartir doctrina a

/os indios.

La Conquista,

dice

Tzvetan Todo–

rov, planteaba desde el

inicio

cda cuesti6n

def otro» (Cf.

La conquista

de

America.

siglo veintir,mo, Argentina, 2005) .

Abajo,

como

comentar ordenadamente a Arist6-

teles. En

ambos casos,

esfuerzos de 16gica.

Modemos

y

antiguos el esfuerzo por enfren–

tar el re to de la evangelizaci6n en Indios

y

a la vez,

no

separarse de los

recursos

def

pensar heredado de los griegos. Y por la

nueva religion,

dominar.

142

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por un componente cultural, .su

religion. Un rol en los preparati–

vos del auge lo juegan sus

un~

versidades, de Oxford a Bolonia,

de Padua a Salamanca, y una

lengua que unifica los disperses

saberes, el latfn. A la comuni–

dad de creencias y de cultura

se sumo el refuerzo que provoca

el peligro turco. En

1453

ha caf–

do Constantinopla, pero la isla

de Chipre escapa a la conquis–

ta musulmana, y en la penfnsula

balc6nica la resistencia continua

contra la dominaci6n otomana.

El Papado, desde hace rato, in–

tenta diversas cruzadas que re–

sultan ser un fiasco, pero el reino

de Granada, en

1492

(el anode

las grandes sorpresas

5 )

ante los

diversos ejercitos que reunen los

Reyes Cat61icos, cae el ultimo Es–

tado isl6mico en territorio iberico.

Pero Europa no ha evolucionado

demasiado, hay zonas poco po–

bladas, Escandinavia, Italia del

sur, Escocia. La transhumancia de

ganado alimenta a Castilla. Las

campinas flamencos en cambio

se cultivan como jardines. Es un

mundo diverse el cristiano, con

diversos grados de organizaci6n

social y politico.

Pero hay signos de fiebre

de progreso . Europa ha sali–

do de la Guerra de Cien Anos

(1337- 1457) .

Yde una tradici6n

de desgracias, la terrible peste,

la repetida hambruna. Hay un

crecimiento espectacular. En

1500,

son

60

millones. Ypasan en

1600

a

80

millones. Ahora bien,

ese salto demogr6fico es signo

de cambios profundos. El auge

se manifiesta en la ocupaci6n

rural, y con la diversificaci6n de

tecnicas agrfcolas, disminuyen

los bosques, talados para de-

jar paso a campinas trabajadas

intensamente. Una red de ciu–

dades comerciales permiten,

con un floreciente artesanado,

el aprendizaje de tecnicas nue–

vas, metalurgia, vidrio, construc–

ci6n naval, a lo cual se sumo

la imprenta. Todo eso, senala

ese mismo grupo de historiado–

res, engendra la prosperidad,

y el perfeccionamiento de los

instrumentos del naciente ca–

pitalismo, por ejemplo, censos y

fiscalidad que don recurses a los

nuevos Estados, y acrecientan

su potencia .

Hay algo, en especial, que esa

Europa cristiana posee. Y no es

un rasgo econ6mico, ni necesa–

riamente alguna grosera ventaja

militar. Es una forma de razonar,

«la temible maquinaria de la 16gi–

ca aristotelica», senalan, hereda–

da de los griegos, de Arist6teles,

que combinada a las preocupa–

ciones polfticas y feol6gicas que

hon hervido largamente en la

gran marmita de la Edad Media,

produce, m6s all6 de la escolqs–

tica, la ciencia nueva. Hay un

momenta en que el arte de la

argumentaci6n deja lo sobrena–

tural, y se pone a pesar, a medir

a la naturaleza. Ese saber, sin em–

bargo, esa

inteligencia

se dota

no solamente de reglas nuevas

sino de un nuevo agente social,

el

amagistern.

El Estrado todavfa

est6 muy cerca del Pulpito, to–

davfa hay inquisidores, pero lo–

grar6 alejarse, emanciparse. Esa

figura del humanista se distingue

de los mandarines de China, que

son funcionarios de Estado, ode

los maestros de la ley cor6nica.

Porta consigo una aventura in–

telectual que no conocen otras

civilizaciones, porque, entre otras

Joyas de la Biblioteca