todos nosotros»,
a
aspers 2002: 88).
¿No
es esta justmnente la tarea de los
peruanos hoy en día, es decir, conformamos como comunidad después de haber
sobrevivido a la crisis económica, la guerra, la corrupción y el autoritarismo?
¿En
qué medida los peruanos pensamos como colectividad y somos comprensivos
con los otros? En gran parte, la tarea es del gobierno para echar las bases de nn
reaprendizaje para la vida social, pero, no solo es su responsabilidad, tmnbién es
de los ciudadanos. Exigir al gobierno que solucione todo está muy bien para
justificar el inmovilismo y la irresponsabilidad propias, pero no para volver a tejer
lazos sociales duraderos.
J\1ientras la desazón se revela en Jaspers cuando habla del pasado inmediato, la
esperanza se transparenta en él cuando habla del futuro y de las tareas que llnpone.
Para alcanzar el propósito de la regeneración moral e intelectual, es necesario
comenzar a hablar, entre todos, con claridad y sinmiedos: <muestro primer deber
es decimos las cosas
llllOS
a otros abierta y honestmnente»
a
aspers 2002: 87). En
el Perú, ello significa despercudimos del doble lenguaje y de las intenciones sibilinas,
tmnbién, terminar con la demagogia de los políticos y con el «pacto infame de
hablar a media voz», como lo dennnciara hace más de nn siglo Manuel González
Prada. En términos políticos, llnplica el juego hmpio y el cuidado de los acuerdos,
así como el respeto mutuo entre gobernantes y gobernados. El Perú post–
fujllnorista es, además de todas las carencias, nna posibilidad para la reconstrucción
moral y política de la vida pública. También es nn motivo de esperanza.
La
esperanza gracias a la fe que muestraJaspers en la humanidad y en Dios toma
consistencia en él cuando afirma que es posible establecer otro tipo de nudos
entre los individuos, como el de la confianza, la verdad, la libertad y el sentido de
comunidad:
Debemos esforzarnos juntos como hombres libres que empiezan a divisar la
verdad teniendo confianza los unos en los otros [...] Y así esperarnos que
podamos mantener una cierta solidaridad humana aún en los más agudos
antagonismos de opiniones. Qaspers 2002: 88)
Jaspers propone, finalmente, revisitar la historia tomándola como luz que
ilumina el porvenir de los pueblos (armque es evidente que él tiene en mente al
suyo, Alemania). Las lecciones del pasado nos permitirán encontrar la guía que
necesitan las sociedades para no volver a errar su rUlllbo. Pero siempre bajo la
condición de saber interpretar la historia y extraer de ella las mejores enseñanzas:
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