rescata la historia para inspirarse, a pesar de los múltiples desgarros de nuestra
accidentada vida en común, mantiene su terca apuesta por el sí.
Y,
por último,
otorga el lugar que corresponde a las personas de ideas y a la investigación
universitaria: el papel de dar sentido a la vida colectiva de los peruanos. En otras
palabras, la universidad como
fo~adora
de conciencia social. Para E asadre, a la
inteligencia no se la debe mirar solo como llena de privilegios y exenta de deberes,
pero sí como <illll instnunento potencial». Es necesario, nos aconseja, cmnbiar
nuestra mirada:
Sintámosla como parte viva y esencial, libre por disciplinada, en pos de valores
permanentes, dentro de una sociedad a cuyas necesidades y transformaciones
no podemos ser ajenos y dentro de nuestras Patrias donde son tantas las tareas
urgentes por hacer. (Basadre
1960: 46)
Para E asadre, no existe posibilidad de una reforma educativa consistente y duradera
si esta no toma en cuenta, como rm aspecto central, los valores del espíritu:
urge la reafinnación de los valores del espíritu, porque precismnente
algunos de los que se titulan personeros de ellos, en realidad están
entregados hoy a viejas tentaciones o al exhibicionismo del demagogo,
plaga de nuestra época.
(E
asadre 1981: 53)
Y podemos repetir con el entonces J\1inistro de Educación, Basadre, <muestra
época>>. Pareciera que nada ha cambiado, ymenos para bien. ¿Desde dónde combatir
estas plagas?
La
respuesta de nuestro historiador es sllnple y gigantesca a la vez:
desde la cultura, la cual tiene la misión de ordenar y estimular capacidades «que
puedan cumplir la mejor tarea que le es dable al hombre en la tierra que es vivir,
crear, luchan>
(E
asadre 1960: 46). De esta afirmación se desprende la finalidad de
la
educación: «El
fin
de la educación es formar al hombre como tal y esa formación
sólo es posible a través de la cultura>>
(E
asadre 1960: 116). E asadre es coherente
con lo que había afirmado en otras oportunidades sobre la necesidad de formamos
rma idea del ser humano de acuerdo a sus condiciones actuales. El papel de lo
educativo es central en este objetivo, pues, por medio de él, las personas serán
formadas en rm mnbiente democrático.Y objetivo, que rebasa largmnente lo
político. No obstante, la educación sólo encuentra campo fértil dentro de los
principios democráticos, «sin los cuales no puede prosperar de veras».
(E
as adre
1960: 70)
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