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radica en el pueblo, olvidándose de establecer todo sistema de pesos y

contrapesos que hubiera evitado los desbordes de rm poder constitucional

contra los otros. Con ello parecería haber estado propiciando rm sistema con

pocas posibilidades de tener éxito en la realidad e inviabilizando así la realización

de la promesa.

J'vfas prescindiendo de que la tipificación basadriana de los adversarios de

la

promesa

sea llnpresionista, llnprecisa e incompleta, pensmnos que es rm error comprobable

sostener-como lo hace nuestro historiador-que todas las categoiÍas de adversarios

de la idea de la promesa que él menciona se sinteticen en la figura de González

Prada--quien, además, al haber fallecido en 1918, no sólo pertenece al siglo XIX

peruano, sino tmnbién a los inicios de nuestra historia intelectual, literaria y política

en el siglo XX. Dificihnente se puede denominar a Prada de

progresista abstracto,

pues no abogó en favor del federalismo o del parlamentarismo, habiéndolo

hecho sólo en pro de la descentralización, y no porque hubiera recogido rma

propuesta a la moda y porque la hubiera aplicado en forma abstracta, sino porque

comprobaba el terrible centralismo que ahogaba al Perú, lo que dió lugar a textos

'

vitriólicos suyos como «El núcleo purulento» (1914). Menos puede acusárselo

de

inmediatista utilitario:

Prada fue rm crítico estentóreo, es verdad, pero nrmca para

medrar en favor de sí mismo. Quizás pueda considerarse, es cierto, que enmuchas

de sus poesías cultivaba el

pero no en todas, y no sólo en

Presbiterianas:

también en las

Baladas Peruanas

-además de que en sus ensayos enfocaba y criticaba

resueltmnente la realidad, como es mnplimnente conocido. Por último, a Prada

puede catalogárselo como nn

positivista

radical en la primera etapa de su acción

pública antes de su viaje a Europa en 1891, pero no después de su regreso en

1898, cuando más bien debe vérselo como nn

anarquista

radical. Sociólogo nrmca

lo fue sino rm gran escritor.

En cuanto al análisis de la sección posterior: «Progresismo, Positivismo,

Presentismo», estmnos de acuerdo con el juicio del autor: el curso del tietnpo ha

arruinado muchas de las bases en las que se apoyaban las creencias del hombre del

siglo XIX, y la gravedad de los problemas peruanos hace que debmnos renrmciar

al puro actualismo.

En:

Bqjo

el

oprobio,

en: Obras. Lima: Copé, 1991; Vol. 2: 457-462.

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