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su conflictiva pluralidad. Es significativo que si hay un mito

legitimador, desde la esencia popular y revolucionaria, será

el de José Gabriel Condorcanqui, el rebelde sacrificado. Yen

lo literario, el interés por César Vallejo, por José María Argue–

das. No es que me agrade, pero mi deber es dar cuenta de

los grandes desplazamientos en el imaginario social. Menos

que a un Príncipe Triunfante, de alguna manera, se ama a los

desplazados o vencidos.

Pero lo que también cancela dramáticamente esa primera

lectura tradicional de Garcilaso son los cambios internos en

las ciencias históricas y sociales.

Un intermedio. Murra y la etnohistoria

Después de interesarse por el Ecuador, hacia los años cua–

renta, John Murra se interesa por el Perú andino. Murra va

abordar los estudios sobre el pasado Inca de modo indi–

recto, a través de otras fuentes históricas. En discusión y

colaboración con otros investigadores, esta vez peruanos

(Emilio Choy, María Rostworowski) llega a la conclusión de

que las crónicas, en general, como fuente de información,

estaban agotadas. Y de ahí en adelante, no cesa de hallar,

expurgar y editar fuentes coloniales sin duda más mo–

destas, como las encuestas regionales en Chucuito

(1964),

Huánuco

(1967-1972).

Ellas le permiten ver y comprender

el func ionamiento laboral del Imperio Inca, a través de las

autoridades de la base social , la más próxima a la gente.

En otras palabras, es a través de fuentes administrativas

menores y no de las altas crónicas señoriales, dada la per–

sistencia de usos y costumbres en el período colonial, como

se llega a comprender «el modo de producción» inca. Pero

lo decisivo es que Murra, no solo explicará la práctica pro–

ductiva de los antiguos incas, sino la lógica viviente de las

comun idades ind ígenas. Murra propone, como es sabido,

un modelo explicativo, a partir del archipiélago andino, y

de lo que denomina «un sistema de complementariedad y

reci procidad» que liga a unas comunidades con otras, sean

a de altu ra o puna, de clima med io o quechua, o de tierras

bajas. El sistema de Murra explica no solamente a los Incas

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