Libro Nono
Capítulo XVII
De las vacas
y
bueyes,
y
sus precios altos
y
bajos
L
As
VACAS
SE CREE
que las llevaron luego después de la
conquista, y que fueron muchos los que las llevaron,
y así se derramaron presto por todo el reino. Lo mismo
debía de ser de los puercos y cabras; porque muy niño
me acuerdo yo haberlas visto en el Cozco.
Las vacas tampoco se vendían a los principios, cuan–
do había pocas, porque el español que las llevaba (por
criar y ver el fruto dellas) no las quería vender, y así no
pongo el precio de aquel tiempo hasta más adelante,
cuando hubieron ya multiplicado. El primero que tuvo
vacas en el Cozco fue Antonio de Altamirano, natural
de Estremadura, padre de Pedro y Francisco Altamira–
no, mestizos condiscípulos míos; los cuales fallecieron
temprano, con mu-
cha lástima de toda
aquella ciudad, por
la buena especta–
ción que dellos se
tenía de habilidad
y virtud.
Los primeros
bueyes que vi arar
fue en el valle del
Cozco, año de mil
y quinientos y cin-
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