Libro Nono
De las yeguas y caballos, y cómo los criaban
a los principios y lo mucho que valían
Capítulo XVI
P
ORQUE A LOS PRESENTES
y venideros será agradable saber las
cosas que no había en el Perú antes que los españoles
lo ganaran, me pareció hacer capítulo dellas aparte, para
que se vea y considere con cuántas cosas menos y, al pare–
cer, cuán necesarias a la vida humana, se pasaban aquellas
gentes, y vivían muy contentos sin ellas. Primeramente es
de saber que no tuvieron caballos ni yeguas para sus gue–
rras o fiestas, ni vacas ni bueyes para romper la tierra y hacer
sus sementeras, ni camellos ni asnos ni mulos para sus
acarretas, ni ovejas de las de España burdas, ni merinas para
lana y carne, ni cabras ni puercos para cecina y corambre, ni
aun perros de los castizos para sus cacerías, como galgos,
podencos, perdigueros, perros de agua ni de muestra, ni
sabuesos de traílla o monteros, ni lebreles ni aun mastines
para guardar sus ganados, ni gozquillos de los muy bonicos
que llaman perrillos de falda; de los perros que en España
llaman gozques había muchos, grandes y chicos.
Tampoco tuvieron trigo ni cebada ni vino ni aceite ni
frutas ni legumbres de las de España. De cada cosa iremos
haciendo distinción de cómo y cuándo pasaron a aquellas
partes. Cuanto a lo primero, las yeguas y caballos lleva–
ron consigo los españoles, y mediante ellos han hecho las
conquistas del Nuevo Mundo; que para huir y alcanzar y
subir y bajar y andar a pie por la aspereza de aquella tierra,
más ágiles son los indios, como nacidos
y
criados en ella; la
raza de los caballos y yeguas que hay en todos los reinos y
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