gobierno de sus repúblicas. La cuarta, en los varones
tantos
y
tan excelentes que engendraron
y
con su
buena doctrina urbana
y
militar criaron. En los cuales
Roma hizo ventaja al Cozco, no por haberlos criado
mejores, sino por haber sido más venturosa en haber
alcanzado letras
y
eternizado con ellas a sus hijos, que
los tuvo no menos ilustres por las sciencias que exce–
lentes por las armas; los cuales se honraron al trocado
unos a otros; éstos, haciendo hazañas en la guerra
y
en la paz,
y
aquéllos escribiendo las unas
y
las otras,
para honra de su patria
y
perpetua memoria de todos
ellos,
y
no sé cuáles dellos hicieron más, si los de las
armas o los de las plumas, que, por ser estas facultades
tan heroicas, corren lanzas parejas, como se ve en el
muchas veces grande Julio César, que las ejerció am–
bas con tantas ventajas que no se determina en cuál
dellas fué más grande. También se duda cuál destas
dos partes de varones famosos debe más a la otra, si
los guerreadores a los escriptores, porque escribieron
sus hazañas
y
las eterniza–
ron para siempre, o si los
de las letras a los de las
armas, porque les dieron
tan grandes hechos como
los que cada día hacían,
para que tuvieran qué
escribir toda su vida. Am–
bas partes tienen mucho
que alegar, cada una en su