-22-
gos azmados por
algunas
auloridades,
alarmahan
por
la prensa al puehlo )' al gobierno conlra nuestra so–
ciedad.
No pasaron
ll'es
o
ciwlro
meses de la
citada
rPsolucion
su¡m~ma
y
del descanso
personal
CJlle
a
su
abrigo hahian
disfrutado los
socios
residcnlcs en la Paz, cuando los
mismos aspirantes
y
conlrabandist.asapelaron a ese
jé1rnro
de calumnias,
que en épocas de
convulsiones políticas
casi
siempre son acojidas por la
autoPidad,
y
casi
siernpre ter–
minan
por el seg·uro
s.1crificio
de los calumnitHlos.
Tal
fué,
Seüor
:l\linistrn,
la de suponernos Sociedad
mercantil
en el negocio Quinas, con el ex-Presidente Je·–
neral
Ballivian;
y
de ser
sus
corresponsales
y
mas activos
colaboradores para
fil
'uella a la Presidencia de la He·–
pública.
Con tan
alroz
especie lognu·on
alucinar
al Gobierno
Supremo
y
prccipilarlo a dictar la injusta e
impremeditada
órden de 12 de
agosto
pnsado que ha servido de escándalo
a
los
estados vecinos, de materia a la prensa
estranjcr<1,
de punto de paTtido, a graves
perjuicios
nuestros,
y
de
plausible
prelesto
a incansables persecuciones.
En busca de esa supuesta Sociedad
y
cotn
plicidad con
el citado ex-Prns idcnto .foneral Ballivian, el Gobierno Su–
premo
descendió a
nHmdnrM>S
despojar de todos nuestros
libros
y
papeles de
C(1rnercio,
sin
esccpcion
de nuestra
correspondencia
particular,
con el
¿1parentc
objeto de
averiguar
los
conlr·ahandos
de Quina de que se dijo, nos
denunciaban los mismos
contrahandistas,
que por otros
medios no habian p(}dido anular nuestro contrato.
La
ncgatjva
del
Socio D. Pedro
J. Portal
a tan
iníludita
:v cstraña exijencia, produjo el encarcelamiento de su per–
sona, el. embargo de
nueslrns
bienes, el apoderamiento
<le
nuestros
libros,
la prohibicion de
cstrner
nuestr,1s