DISCURSO
SECCION III
Noticia de los diccionarios arabes pub!t'cados
en el prC.Sente
y
anterior siglo.
Entre otras ventajas que de la imprésion del diccionario arabe resul–
tarán á la nacion se descubren desde luego tres muy principales.
- 2 ·
La primera aclarar las etimologías arabigas de la lengua española sin
las dudas
y
equivocaciones en que han caído muchos de nuestros etimo–
logistas ,
ó
por mejor decir la mayor parte (
2
3).
.
3
La segunda hacer accesible su enseñanza á los españoles que nece–
siten contratar en el Oriente
ó
en las costas de Africa, en cuyos paises
esta lengua es la dominanrn
y
general.
4
la tercera facilitar, la inteligencia de !os muchos escritores arabes
ya
christianos
ó
musulmanes, cuya lectma se hace precisa á nuestros nacio–
nales para comprender una gran parte de la historia literaria de la Na–
cion, que por
el
largo transcurso de ocho siglos se halla mezclada con
la
suy~
(24).
- ( 2
3)
Vease lo que á este prC1p.osito se tra–
ta e11 la·
Seccion V
del presente discurso.
- .(24)
En otros tiempos la literatura arabe
estaba despreciada por desconocida : apenas se
tenia noticia de
q.uepudiese su inteligencia con-·
tribuir á la instruccion comun; conociendose
s.olo algunos escritores medicas de que se hizo
demasiado uso en los siglos anteriores , y no se
han publicado los botanicos
y
libros de albey·
tería , que serian tal .l'ez mas provechosos.
.
_ D esde que se formaron Bibliotecas publi-'
ciis ;·cómo la Vaticana, 'Ja del Escorial , la del
Rey Christianisimo, la
de
Viena , la de Ox–
ford , que es abundantisima ,
la
de Ley–
deu
y
otras _en que se ha colocado ·copioso nu–
mero de manuscritos orientales , se ha reco,.
nacido que en la lengua arabe se halla deposi–
tada una gran parte de la literatura christiana y
de la erudicion enciclopedica, además de la que
le es pro,pia: lo que ha dacio motivo
á
tra–
ducir y publicar obras importantes.
El catalogo de manmcritos de la Universi–
dad de Leyden empezó
á
excitar la curiosidad
y la diligencia enapreciar y traducir los codices•
.arabes; dehiendose
i
muchos profesores de len–
guas orientales de su gremio la version de algu·
nas obras que han adornado
d~
conocimientos
1-a repnblica literaria.
·Este exemplo siguieron varios eruditos in–
g~eses
habie1floles estimulado en
~ran.
parte el
celebre Edn!.-:do Pocok y la publicac10n de la·
version arabiga.inclusaen la Polyglota de Wal-
ton.
-
Lo> viage> emprendidos de. orden de Lui;
'.XIV
á
Levante para recoger manuscritos de
las le1)g\las orientales enriquecieron la Biblio–
teca Real de Paris y movieron
el
estudio de la
nacion.francesa para promover este ramo de li
0
teratura: sobre que trabajó con diligencia el Sr.
Herbelot en sn
Biblioteca oriental
ó diccjonario
universal, que contiene mucho de lo que con–
cierne al conocimiento de los pueblos del Orien·
te, sus cronicas y tradiciones verdaderas ó fabu–
losas, impresa en Paris.e.n el año de
1697.
Esta obra es digna de grande aprecio, y
contribqye no poco al estudio de la erudicion
arabe. Habria sido mas provechosa si .su autor'
en los nombres propios y palabras mas nota-.
bles hubiese usado fos caracteres arabigos p'ara
~esterrar
las efluivocaciones de que repetida->
mente se ha hablado, y son inevitables quando se
substituyen las nuestros.
Clemente XI aumentó la Biblioteca Va·.
ricana con un copioso numero de manuscritos
orientales , entre los quales ocupan su lugar los
arabes ; habiendo formado de todos un
ex~cto
catalogo con las vidas de sus auto'res el sabio
Prelado Josef Simoni Assemani dimibuido en
quatro volumenes, que fue impreso en Roma
año 17
I
9 con el titulo de
Bibliotheca orienta.
lis clementino-71atica11a.
El numero de manuscritos.arabes de
la
Bi–
blioteca de S. Lorenzo por su calidad
é
impor.
tancia excede á todas las conocidas , y lo de–
muestra el catalogo que de ellos formó el Dr .D.
Miguel Casiri en dos volumenes impresos en Ma.
drid en 1760 y r770 con este titulo:
Bibliotheca
arabico-lzifpa1za .escttrial(nsis si7Je. libror11m