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x~:I
DISCURSO
20,
Queda ya advertido y nadie·ígnor.a que desde principios del siglo VII
de.laera chtistiana se ha escrJto una
gpm
multitud de libros en este idio–
ma,
y
por c.omiguiente en el transcurso de los once siglos que han c_orri–
do despues, muchas palabras ya no son usuales y se han ido adoptando
otras; siguiendo el arabe la
vicisi~ud
y alteraciones comunes
á
todas las
lenguas vivas.
.
2
r
Es verdad que ninguna ha sido tal vez mas tenaz,en retener
la
propie·
~ad
del idioma ,
á
causa de que los .pueblos en que se fue introducien–
do su uso rechazaron con mayor constancia el traw y las costumbres estran–
geras, por cuyo medio la han mantenido mas libre
de.
palabras nuevas,
ó
jntroducidas de fuera•
. 22
No es el objeto del presente diccionario .recopilar las palabras anti–
quadas de la lengua arabe, ni reprobar el estudio que se ponga en
~lcanzar
su genuino sentid0.
,
2
3
Esta diligencia incumbe al que formase un
diccionario _arabzgo-espa–
iíol
que empezando por las palabras arabes abrace la lengua corrieme
y
la
escrita
ó
erudita: esto es que enseñe
á
entender
y
traducir los libros de to–
das las edades que lleva este idioma, y que al propio tiempo facilite la con·
versacion y correspondencia epistolar con
las
gentes que le hablan.
24
De esta especiede diccionarios tienen much0s losarabes en su propia
lengua , y como se ha visto, se han publicado en Eur.o.pia no pocos. de dos
sigfos
á
esta parte, trabajados muchos de ellos con harta diligencia tenien-
do
á
la vista sus libros clasicos.
·
SECCION
V
Necesidad de
entende~
e! arabe para descifrar
elorigen de muc)ias voces españolas.
El estudio de las etimologías no debe mirarse como vana ostentacion:
contribuye
á
entender
el
sentido recto de las palabras derivadas de otro
idioma.
2
Todos saben el gr¡in numero de voces que
la
lengua castellan,a ha to–
mado de la lengua ara_biga por el reciproco trato de las dos naciones.
3
Los mas diligentes de nuestros etimolog}stas han recurrido al
Vocabu–
lista
de Fr. Pedro de Alcala, y no cabe duda en que si este hubiese impre–
so sus correspondencias arabigas con caracteres propios, se hallarian.muy
adelantados en esta parte los orígenes .de
la
lengua castellana, cuya inteli–
gencia se conseguirá en gran parte con este diccionario.
4 .
Quisieran algunos que las. voces arabes se escribiesen tambien c0n
caract_e~es
españoles; pero ademas de que seria incidir en el inconvenien–
te
observ~o
en el referido
Vocabulista,
deben
1
1
as gentes literatas d<;senga–
ñarse de no·ser posible exprimir el valor y potestad de las letras arabes con
las nuestras; aptes, bien por ser estas ultimas defectuosas se confundirían las
letras dobles, guturales
y
aspiradas del arabe destituyendolas de su ver-
da-·