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P R E L I MI NA R.

XXVII

dadera pronunciacion

y

transmutandolas impropiamente en otras.

5

El alfabeto arabe es indispensable á todo el que quisiere aprender la

pronunciacion de las voces arabigas : es cierto que por el enlace de la es–

critura sus letras se diferencian en el principio, medio y fin de la diccion

y

quando cada letra está solitaria.

· 6

Conociendolo asi

el

P.

Alcalá estampó

el

alfabeto arabigo en su gra–

matica

(33),

y

ha parecido conveniente al autor presentarle al fin de este

discurso para facilitar la lectura de la escritura propia.

7

La pronunciacion de cada letra no es posible exprimirse ni darse á en–

tender en

u i;i

modo perceptible por algun genero de descripcion. R equiere

precisamente la voz viva del maestro: pues quien no sepa pronunciar las le–

tras de por sí , jamas podrá alcanzar la significacion discretiva de las palabras,

ni atinar en la raiz

y

etimología de las voces españolas derivadas del arabe.

8

Son muchos á la verdad los que han trabajado en recoger las voces ara–

bigas adoptadas en nuestro idioma, como se ha visto mas arriba; pero

Sl)

tra–

bajo por no estar escritas en los caracteres originales ha sido de muy corto

ó ningun uso : tales son las listas de voces recogidas en

la

coleccion impre–

sa que forma el tomo

2

de los

Origenes

de D. Gregorio Mayans.

_ 9

No hablo de las de Diego de Urrea y Fr. Francisco deGuadix porque

no han visto la luz publica.

Y

aunque Sebastian de Covarrnbias las aprove–

chó en su

Tesoro

de la lengua castellana , él mismo confiesa que no enten–

día el idioma arabe; y es facil comprehender de uno

y

otro el merito du–

doso de aquellas etimologías.

1

o Con mas acierto la Academia española en su gran diccionario recur–

re al

Vocabulista

de Fr. Pedro de Alcalá, al qua! no puede negarse la .

pericia en ambos idiomas ,

y

la ventaja que hace á quantos etimologistas

han escrito despues, porque ninguno le ha igualado en la propiedad de la

lengua arabiga, ni en la atencion de suplir en el modo posible el defecw de

nuestro alfabeto para dar equivalencia á las letras

~rabes,

que no la tienen

en el castellano.

. 1

r

Es consiguiente que á este respecto la publicacion del presente

diccionario facilite á fos espaííoles el qiscernimiento radical de las palabras

derivadas de la ·lengua arabe,

y

contribuya á entender las cronicas antiguas,

las leyes y las ordenanzas de los pueblos,

y

muchas palabras de la medicina,

albeytería , historia natural, agricultura-, artes , oficios

y

comercio.

1 2

Deberá con todo advertir el etimologista que muchas de las voces

españolas derivadas del arabe desde que escribió el autor del

Dialogo de

las lenguas

(34)

han variado de ortografia

y

pronunciacion: entonces se

decía

alhombra

,

y ahora alfombra. Esta diversidad tiene lugar en otra

TOM. I.

e

2

mul-

( 33)

L os moros de España

y

los africa·

nos diferenciaban algo en la forma del caracter

y

cambien en colocar los puntos diacríticos del

Fe

y

Cof en esta

forma:$~

Tambien tenian alguna variedad en la pro–

.nunci~cion

de los apices

ó

vocales : usaban

igualmente de voces peculiares

y

desconocidas

en el Oriente , como sucede en

dos los dia–

lectos de una lengua general

y

extendida en

varias regiones.

(34) Es digna de verse la obra manuscrita

de D . Josef Manuel Cobo de la Torre con el

titulo de

R~fl~xiotUcs..

acerca de los

/

origm~~