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dezas, aquella bandera que tremolaba orgullosa en los baluar–
tes de la ciudad heróica, fué arrancada hecha girones por la
bala y la metralla y enviada á Rio Janeiro, como un presente
de inestimable mérito á D. Pedro II y exhibida al público en
la Catedral de dicha ciudad.
Esta es, descripta á grandes rasgos y con la sola elocuencia
de los hechos, la grandiosa defensa de Paysandú, cuya fecha
hemos querido conmemorar recordando á sus bravos defen–
sores.
La historia contemporánea, por más que no hayan faltado
s us detractores, les ha discernido ya el título que merecen una
y otros, clasificando á la primera de G loria Nacional y de hé–
roes á los últimos.
No agregar emos, pues, ni agregar podriamos una sola pala–
bra á este honroso y justiciero fallo . Y si bien nos seria suma–
mente fácil, ajustándonos al criterio histórico formular muchos
y muy desfavorables comentarios contra los que contribuyeron
á la caída de Paysandú, prescindiremos por hoy de hacerlo
por no herir susceptibilidades, hasta cierto punto legítimas, de
algunas personas que estimamos mucho y que sabrán-
lo es–
peramos-apreciar nuestra delicadeza.
Para recuerdo basta con la narracion de los hechos; y dire–
mos con el poeta:
>
H onor á los que viven,
y
á los
caido~
Gloria!
Murieron combatien do, por patria
y
libertad!
Los nombres de esos héroes, grabados en la histo ria
Irán resplandecientes á la futura edad!
Abdon Aróz teg ity.