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blecido, y porque ya, como hemos dicho, las pocas fuerzas
de la guarnicion estaban sin municiones absolutamente y des–
fallecidas de cansancio, y aunque lo intentaron, no pudieron
repeler la avalancha que se les vino encima.
-General Gomez,-le
dicen los brasileros,-sois
nuestro
prisionero de guerra.
Agregando uno de ellos:
-Estais, General, bajo el amparo de la bandera brasílera;
quien pelea como vos, no debe morir.
El General Gomez levanta pausadamente su hermosa y va–
ronil cabeza, y mirando á aquellos hombres de una manera
indefinible, les dice tranquilamente:
-
Yo no pido por mi; se me proponía entregar la g 'uarni–
cion y salvarme la vida; pues ya que estoy vencido, que se sal–
ven mis compañeros y qiie perezca yo .
Pero en esos momentos aparece un jefe oriental, el Coronel
D. José Gregorio Suarez, reclamando al prisionero en nombre
del General Flores. Resístense los brasileros á entregarlo
temiendo por su vida; pero el Coronel-Suarez trata de inspirar–
les confianza, asegurando que tambien le proteje la bandera
oriental. El General Gomez decide entonces la cuestion; en un
arranque sublime de patriotismo, se desprende de los brasileros
y
se entrega á ·sus compatriotas, á sus hermanos, como él les
llama, prefiriendo correr el albur de su vida antes que ser pri–
sionero de una nacion extranjera.
Fatal resolucion la de aquel valiente patricio! Pues sus her–
manos, imitando á Cain, el de la leyenda Bíblica, mas demoran
en salir del cuartel con el ilustre prisionero, y otros compañe–
ros que habian querido seguir su ejemplo--Braga, Acuña, Fer–
nandez, etc.--que en sacrificarlos á todos en aras de su ódio
partidista: en la quinta del Sr. Maximiano Ribero fueron bárba–
ramente asesinados, mutilándoles despues horriblemente sus
cuerpos. Dirigia la ejecucion el Coronel Suarez, que llegó con
el transcurs9 de los años y sus
imjJortantes
servicios á la
causa de la libertad oriental ¡hasta la mayor gerarquia mi–
litar! y los ejecutó personalmente el Comandante D. Fran–
cisco Belen! tambien oriental! y hoy General de la Nacion por
los mismos
importantes
servicios.
Pero el Genhal Leandro Gomez, el Bayardo Oriental, el
gran héroe de la América del Sud, no pidió clemencia á sus
enemigos. Murió, por el contrario, sin proferir ni una queja
y