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reunir una fuerte division de caballería é infantería, y pretende

con ella tomar el pueblo de Paysandú, el 1° de Enero del 6i.

Vano intento! El General D. Leandro Gomez, Jefe de la

g uarnicion, organiza r áp idament e la d efen sa en combinacion

con el Jefe P olítico del Departamento, D. Basilio A . Finilla,

y r esiste valerosamente á los varios ataques que le trae aquel

caudillo ese dia y lo s siguientes hasta el 18 d el mismo mes,

que se vé forzado á levantar el sitio por aproximarse el ejér–

cito del General D. Servando Gomez que venia á protejer

á los sitiados.

Por los actos de valor llevados á cabo en esta accion,

el Gobierno de Montevideo premia á los defensores de Pay–

sandú con una medalla de oro á los jefes y de p lata á los

oficiales.

Pero el General Flores, picado en su amor propio por la

r etirada forzosa que tuviera que hacer, insiste en el propó–

sito de tomar la plaza y despues de varias escaramuzas

que hace en la campaña del Departamento en

las

repeti–

das veces que se aproxima, vuelve el 1° de Diciembre de

mismo año y pone sitio por segunda vez á la ciudad.

Simul–

táneamente con él , llegan tambien dos cañoneras brasileras

y bloquean al. pueblo por la parte del rio.

Y desde ese momento empiezan las refriegas y los peque–

ños encuentros . Con fortuna varia se baten dia á dia, y hora

por hora, sitiados y sitiadores.

Los primeros esperan refuerzos que debe enviarles el Go–

bierno Oriental para rechazar á

los últimos, y los últimos

esperan tambien para vencer á los primeros el resto de la

Escuadra Brasilera que m anda el Almirante Tamandaré y

el ejército de la misma nacion, sus aliados, que vienen á mar–

chas forzadas sobre la ciudad bajo las órden es del General

Mena Barreta.

Los defensores de Paysandú, ochocientos hombr es apenas,

y mal armados, con seis cañoncitos que disparan con dificultad,

convencidos dolorosamente de que la proteccion que esperan no

llegará nunca, como nunca llegó, por razones que rio son de¡

caso espl icar, se preparan heroicamente para r esistir, prefirien–

do sucumbir hasta el último hombre, antes que entregarse vil–

m ent e al extr angero invaso r. Como les es posible, con lo s pocos

elementos que disponen arreglan su defensa, haciendo débiles

trincheras y pequeños fosos y ordenando principalmente, que