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gar un rol activo en la vida democrática, los partidos no tienen
razon ninguna que dé motivos á su existencia.
¿Qué sucede entonces? Que cada ciudadano se ajusta á sus
inspiraciones personales para obrar como lo cree mas conve–
nient e y tiene que hacerlo así, porque se carece de una base
que fije y establezca los actos individuales obedeciendo á los
intereses de la colectividad en cuyas filas forma.
Tenemos el íntimo convencimiento de que el partido nacio–
nal es el que cuenta con mayor opinion entre todos los que
han figurado en nuestro país . Su influencia debía ser poderosa
y su intervencion hacerse sentir en todas las cuestiones que
afectan el presente y porvenir del pueblo oriental.
Pero tambien tenemos la firme persuacion, de que dividido
y anarquizado como está, sin lazos de compañerismo que se
debilitan cada vez mas, sin tendencias definidas, sin hombres
que se destaquen mostrándole nuevos rumbos, ese partido vá
caminando con apresurado paso
á
una inevitable disolucion.
Basta para justificar este pronóstico, echar una mirada so–
bre el espectáculo triste que ofrece una colectividad que m·ar–
cha al azar, empujada en sentidos opuestos por sus distintos
directores, perdiendo terreno constantemente, sin tener siquiera
trazada una marcha uniforme para regir la conducta privada y
determinar la actitud del partido.
Esta es en la actualidad la condicion en que se encuentra
la agrupacion nacionali ta: hay falta absoluta de identidad de
miras entre sus cabeza dirigente , reina en su filas la ma} or
desnnion y no ejerce papel ninguno en la olucion de las cues–
tiones qne atañen al interés del pai .
Una colectividad no es nunca fuerte
ino tienen cohesion
íntima los elementos que la componen, sino están ligados
por un propósito comun, y si como tal colectividad perma–
nece en Ja quietud y el
ilencio, sin tomar participacion en
las fecundas 1ucha de la democracia ni en la manifestacio–
nes de opinion que en todas partes se producen, cuando se
trata de designar el ciudadano que haya de ocupar la pre i–
dencia de la República.
i nos llama la atencion ese hecho,
i condenamos sin re_
serva esa conducta observada por lo que
fu'
podero o núcleo
de opinion ha ta hace poco, es porque comprendemos que
retirada de la vida pública una agrupacion numero a
é
im–
portant , no solo orr
nesgo inminente d
di olucion, sino