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440 -

Inutil proponerle cualquier medida

tendente á

restablecer

la confianza

y

á

' conservar la amistad, porque el Cónsul Baradére

todas las sometia

á

la vo.

untad del Contra·Almirante, que

retirado

comunmente en la

cámara de su

fragata,

y

sin mision acreditada para intervenir en ellas, dictaba las providen·

cías que creia oportunas para llenar sus pérfidas miras hostiles, constituyéndose

intérprete el J efe de

la escuadra francesa de los

sentimientos de

la F rancia

hácia el Gobierno Oriental:-íntérprete que no admitía discusion, no entrab a

en exámen alguno, pero que tampoco presentaba medio entre

la guerra ó la

sumision.

• Como medida de policia del puerto, desde muchos años atras establecida,

y de seguridad pública indispensable en las circunstancias

extraordinariamente

críticas en que se hallaba la Plaza de Montevideo, se habia ordenado entre

otras cosas que ningun bote atracase, sobre totlo despues de puesto el sol, á

ningun punto del recinto de la ciudad. Esta disposicion se hizo pública fijáñ .

dob en la Capitania del Puerto, y por medio del diario Universal; ella fué

puesta ademas verbalmente en conocimiento del Cónsul con mucha antelacion

mientras se le comunicaba por escrito. No se sabe si la trasmitió al Contra.

Almirante, pero

lo que es indudable

es, que

ella fué

despreciada, y que

repetidas provocaciones

á

ese respecto solo de

los botes franceses produjeron

el resultado que debia esperarse.

>

Un tiro de cañon á metralla y varios de

fusil se dispararon sobre unos

de aquellos, y por casualidad

fueron heridos

levemente uno ó dos de los

marineros.

Sus jefes habian hecho á estos infelices aierecedores de su suerte.

Al dia siguiente el Contra-Almirante rebosando en una· irritacion que el mis·

mo

!óe

habia causado, escribe al Cónsul Baradére diciéndole:

>

que él queria

>

la guerra con el Gobierno del Estado, sino se le daba un a satisfaccion so_

• lemne, pronta, inmediata S?bre el

infame asesinato

que acababa de come–

>

teroe: A

vuestra

indignacion.

decía,

enteramente

francesa, mi

querido

Cónsul dejo el graduarla, y la Mínerva está pronto para

recibiros si

creis

>

necesario retiraros.

>

>

Pero ¿que hizo en este caso el Cónsul Baradére? ¿Trató de calmar la in–

fundada cólera del Contra-Almirante? ¿Le inspiró ideas que pudiesen aquietarlo

respeto de las disposiciones que el Gobierno habia empezado á tomar. desde

que tuvo noticia de aquel desagradable suceso? · ¿Pidió explicaciones, procuró

tomar informes, obró en fin con la circunspecta

serenidad que le aconsejaba

su honrosa posicion? Nada de eso: arrebatado nécia y puerilmente, se decide

acreditar su falso entusiasmo, su

indtgnacion

enteramente fracesa,

y empe–

ñado en representar un pape°! at.nque

innoble, pero mas ruidoso que el que

representaba,

sin

informes, sin contemplacion, olvidándolo

todo, dirige al

Gobierno la escandalosa nota N• 14, en que exige cun tono descomedido que

el J efe y Oficial de la Fortaleza de San J osé sean condenados

á

muerte den–

tro de 24 horas y entregados

á

bordo de la

1lfi11erva

á disposicion del Con–

tra-Almirante. Que hubiese exigido el juicio de los autores de aquel hecho,

hubiera sido una cosa natural, pero exigir precisamente la dura condicion de

condenar á muerte á

aquellos mismos,

6 en caso

negado

su pasaporte,

y