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desde el año 38, y de alli siguió en sus correrias por la
república y por los paises vecinos, de acuerdo siempre con
los enemigos del gobierno argentino.
El General Pacbeco, mientras ta·nto, vuelve del destierro
y consigue á fuerza de maquiavélicas intrigas :hacerse dueño
del gobierno del Montevideo y, como consecuencia, vencer á su
enemigo el General Rivera,
á
quien mas adelante manda pren–
der en Maldonado, donde se encontraba
á
la sazon, de cuyo
punto es conducido preso por el General D. Lorenzo Batlle
hasta la rada de Montevideo, y de aquí, siempre por órden de
Pacbeco, desterrado
á
su vez para el Brasil.
Posterior á este suceso y poco antes de terminar la <Guerra
Grande », como se le llamó al sitio del General Oribe, en el
afio 51, cesó en el mando D. Joaquin Suarez, y Pacbeco y Obes
nombró una Junta de Notables, cuyos principales miembros
eran él y el Dr. Manuel Herrera y Obes.
Esta Junta en combinacion con el Brasil y de acuerdo con
los Generales Urquiza y Garzon y algunos jefes del General
Oribe, empezó á trabajar por la paz que se terminó por el
pacto de Octubre del 51, que se celebró secretamente decla–
rándose en él
q
que no babia vencidos ni vencedores
»
y
~
que
la guerra producida por el General Oribe, babia sido en' la
creencia de que peligraba la ind ependencia de la República.
»
Concluida la guerra por la invasion de Urquiza y Gar–
zon, antiguos servidores de Rosas, al territorio Oriental y
por la defeccion de la mayor parte de los jefes sitiadores
que se pasaron á las filas de aquellos, el General Oribe
se ausentó para Europa y Rivera continuó desterrado en
el Brasil, quedando por el momento sin jefe los dos partidos
tradicionales.
No se puede negar que la guerra asumió un carácter de in–
transigencia y de encono que fué orígen de mucho derrama–
miento de sangre, ya por los sitiadores, ya por los sitiados, lo
que no es de estrañarse porque los ejércitos se componian,
como se sabe, de elementos h eterogeneos: orientales, argen–
tinos, franceses, italianos, b rasileros, etc.; pero esas muertes
fueron consumadas mas bien como actos propios de la guerra
sangrienta que entonces se hacia, y no como asesinatos
monstruosos, segun los pintan con tanta exageracion.
Negar que el General Oribe y algunos de los hombr es que
lo acompañaban desde su campaña en las provincias argen-