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ces al nuevo Partido Nacionalista, de reciente creacion, que
proclamaba, como lo ha hecho ultimamente el partido Cons–
titucionalista, la fusion de los dos partidos refundidos en él,
fué precisamente uno de los actores principales de aquella
trajedia.
Tenemos, pues, que el Presidente que ordenaba como Ge–
neral en Jefe de los ejércitos, y el General Medina que
cumplía las órdenes emanadas de aquel, como Jefe del ejér–
cito en campaña, eran ó habían sido colorados.
Tambien deben considerarse responsables del hecho á los
Ministros, particularmente y luego á los miembros del Cuerpo
Legislativo, que sino aprobaron, no reprobaron por lo menos,
como era de su deber, aquel inicuo atentado.
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Entre estos, si bien habia algunos colorados, habia tambien
blancos, cuya responsabilidad, sin embargo no pasa de sus per–
sonalidades, sin afectar en lo mas mínimo á la colectividad á
que pertenecían, que nunca se ha hecho ni se hará responsable
de aquel hecho; que por otra parte, tuvo sus causas atenuantes
antes de su perpetracion.
El gobierno se hallaba en una agitacion contínua, como ya
lo hemos visto, por las conspiraciones y revoluciones que le
tramaban.
Había que vivir con el arma al brazo, no preocuparse sino
de hacer abortar las asonadas; la administracion pública, el
progreso del país, todo estaba abandonado.
Aquello ya no era gobernar; se hacia necesario, pues, tomar
medidas enérgicas y rigurosas para concluir
co~
semejante
situacion y normalizar la marcha regular del gobierno.
Y esas medidas se tomaron al fin dándose un decreto por el
cual se
declaraba fitera de la ley
á
todo el que se le tomara con
armas en la mano contra la autoridad constituida.
Mientras sucedían estos hechos, muchos miembros del partido
Nacional habían sido
llamados á ocupar puestos públicos y
cuando se pronunció la revolucion, varios jefes del mismo parti–
do ofrecieron y prestaron sus servicios al gobierno, cumpliendo
con esta conducta, aquellas célebres palabras que pronunciara
el general Oribe á sus correligionarios momentos antes de
morir:« Rodeen siempreá los gobiernos legalmente constituidos,
En estas condiciones fué, pues, que se produjo la revolucion
de César Diaz, el que rechazado de Montevideo, y contra la
opinion de sus jefes de campaña mas caracterizados, como e