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gobierno, dejóse llevar algunas ocasiones de los ínstíntos
semi-bárbaros de aquellos tiempos; debiendo hacer constar
sin embargo, que mas que los hombres, fué la época la cul–
pable, por
el atraso político y social en que se vivia, –
pues muchos de estos hombres que llegaron despues á co–
laborar en los sucesos del 70, profesaban ahora sentimien–
tos completamente distintos, inspirados tambien, como antes,
en la atmósfera que respiraban.
Esto es rudimentario en historia.
A excepcion de hombres mónstruos que han existido, como
un Neron, un Borgia ó un D. Pedro el Cruel, verdaderos
abortos de la Naturaleza , el resto de la humanidad nunca
ha sido mala.
Si ha hecho mal en muchas ocasiones no ha sido por ins–
tintos de maldad; lo ha hecho siempre arrastrada por ideas
erróneas ó por el fanatismo de las épocas en que actuaba.
Mas que á la perversidad de los hombres es al atraso, á la
ignorancia de las masas, á quien se deben esos grandes críme–
nes cometidos en tiempos remotos, por los pueblos ó las mu–
chedumbres, que aun horrorizan al g énero humano.
¡Bendita sea pues, una y mil veces, la civilizacion que tantos
males nos ha evitado, y en cambio, tantos bienes nos produce!
La revolucion del 70, desde el instante que el g eneral Apari–
cio invadió el territorio de la república mostróse humana y ci–
vilizada en todo sentido.
Como ya lo hemos visto en la narracion de aquellos hechos, no
cesó un momento de proclamar la fraternidad de los orientales,
el perdon para los vencidos, y el fi el cumplimiento de las leyes.
Y en la práctica, no obstante haber su enemigo cometido tan–
tos actos de barbarie y poder la revolucion tomar represalias
con ventaja, fué sin embargo mas que generosa con los pri–
sioneros, pues no solo les perdonaba la vida, sino que les
daba ámplia libertad hasta para volver otra vez á las fila s de
donde habian salido. Resp etó, rodeándole de garantías, al adver–
sario político que no se inmiscuía en la contienda: amparó la
propiedad y, por último, difundió ideas de progreso y de cultura
por todos los ámbitos de la república.
Y tal fué la accion benéfica de esta propaganda, corroborada
con los hechos, y tanta la pers everancia de los revolucionarios,
en producirla y practicarla- que al fin el mismo enemigo sino
regularizó del todo la guerra, llegó al menos á humanizarla en