442
Buenos Aires; pero apenas se hizo á la vela en virtud de aquella promesa,
deteniéndole cerca _de Montevideo y quitándole el velámen, se
le obligó á
fondear, dando ocasion, por haberlo así convenido con el rebelde Rivera, para
que uno de los viles siervos de este viniese varias veces á bordo á
seducir
a
tantos orientales, fieles á la justa y honrosa causa que tan
denodadamente
habian sostenido.
>
¿No es esto una verdad?
Pero aun hay mas, el mismo Cónsul Baradére,
pasando de Agente de Francia á desempefiar
las
funciones de Agente del
foragido Rivera, se presentó á bordo, habló con interés y empeñó al mismo
reprobado objeto, y mostró á
todos una carta de
su
famoso comitente, en
que,
grato como estaba al Cónsul y
demás Agentes de S.
M.
el Rey de
Francia por el triunfo que ellos exclusivamente
le habian proporcionado•
lo autorizaba para ofrecer garan tías
á
cuantos quisiesen aprovecharlas; agre–
gando Baradére, que
todo
el
que volvieu á tierra ser z·a
el
mayor amzgo de
la Francia.
• Despues de
tanto desafuero,
tanto escándalo,
tantos vejámenes,
tantas
violencias, y para decirlo de una vez,
tantas maldades é infamias, no se
podrá preguntar ¿qué carácter han
representado en la República Oriental el
Contra-Almirante L eblaac y
los Agentes consulares de
la Francia?
¿Cuá1
representan ante las naciones civilizadas y ante el universo todo?
¿Qué regla
han respetado de las que estan prescriptas ea el derecho comua de las nacio–
nes, y adoptadas por los usos universalmente recibidos?
¿Qué crimen contra
el derecho de gentes han dejado de cometer? Pretensiones injustas, torpes
y avanzadas,
restriccieaes vergonzosas sostenidas solamente por la fuerza, é
impuestas á una aacioa amiga, hostilidades manifiestas sin la menor provoca–
cioa, escandalosa y humillante interveacioa ea los asuntos domésticos de
otro
E stado, y ea fin, el trastorno mas completo, el mas agraviante desprecio de
cuanto respetan los pueblos cultos de nuestra edad: he ahí el carácter que
han representado, y al mismo tiempo el famoso proceso del Contra-Almirante
Leblanc y de los Agentes Consulares de la Francia en Montevideo.
• Buenos Aires,
1S
de Diciembre de
1838.
jlfanuel Oribe.
>
La lectura de ese documento, deja comprender bien que el
Presidente depuesto no se resignaba
á
aceptar los hechos con–
sumados
y
se proponia valerse de los medios
á
su alcance para
recuperar su autoridad .
Seria acusar compl'eto desconocimi ento de los hombr es
y
de las pasiones humanas, el pensar que los actos que dieron
por consecuencia la renuncia fo rzada del General Oribe, no
habian de ser como lo fueron, el semillero de discordias
y
de
luchas
intestinas que dilaceraron al país durante largos
y
largos años.