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bia podido ser mas brillante. Sus mismos adversarios se veían

obligados á reconocerle

méri~os

sobresalientes; como ciuda–

dano patriota, hombre ilustrado, y honrado administrador.

Pero toda la inmensa gloria hasta entonces conquistada,

quedó empañada desde esa campaña funesta, que tenemos

que censurar, que tenemos que condenar sin reservas, si que–

remos demostrarnos como narradores imparciales y desapa–

sionados.

Con la misma rectitud y el mismo criterio que juzgamos al

General Oribe, censurando su alianza con Rosas y la ejecucion

de actos bochornosos, tenemos que censurar al General Rive–

ra sus arreglos y pactos con argentinos, brasileros y franceses,

cuya conducta anti-patriótica y el temor de Oribe de que esos

arreglos hicieran peligrar la independencia de su pais, de la

cual había sido uno de sus primeros campeones, fueron sin

discusion las causas principales que trajeron aquellos acon–

tecimientos, contribuyendo todavía á dar mayor consistencia

á esas sospechas, el proceder del caudillo sublevado, decla–

rando la guerra al Gobierno Argentino, auxiliando con armas

y dineros á los emigrados de esa nacion é invadiendo él mismo

el territorio argentino."

Ante semejante conducta del General Rivera, la alianza del

General Oribe con el Gobierno Argentino era de esperarse

lógicamente, sirviendo para atenuar en algo los errores que

cometió, pagando quizás tributo á las pasiones de la época y

á la violencia de la lucha entablada.

. Tranquilizadas las provincias, derrotados y expatriados los

adversarios de. Rosas, dió fuerzas al General Oribe para efec–

tuar en 1842 la invasion de la República Oriental, llevando un

ejército de

8

á

9000

hombres de las tres armas, orientales y

argentinos.

El General Rivera sale al encuentro de su enemigo y es

completamente derrotado en la batalla del Arroyo Grande.

Triunfante Oribe, sin preocuparse de Rivera que queda en

campaña con los restos de su gente, sigue hasta Montevideo

creyendo poder penetrar sin obstáculo y ser bien recibido por .

el pueblo, pero no sucede así, porq!fe los amigos del caudillo

contrario y los emigrados argentinos no solo habían puesto la

ciudad en estado de defensa, sino que estando adueñados del

poder, pudieron ver sin temor la aproximacion del ejército de

Orib~

.