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servian de lastre, y pas:uon á servir de medios de ofensa para el Gobierno
•
¿Se creerá esto á la distancia de
los sucesos? ¿Podrá nadie persuadirse que
los Agentes de la Francia hayan prostituídose á tanta bajeza, á tanta <legra.
dacion ? Obsérvese que esta era
la marcha. de ellos contra
el Gobierno del
Estado Oriental del Uruguay,
cuando por otra parte
le protestaban con la
mas fementida falacía que la mediacion de aquel Gobierno seria la única que
admitirian en las cuestiones pendien tes con
la R epública Argentina, y tenian
la insolen te desverguenza de anunciar
al Ministro de R elaciones Esteriores,
qué •no admítian la mediacion británica,
porque la Inglaterra no puede ser
>
imparcial desde que tiene tratado con la R epública Argentina.>
»
Despues de haber probado con
todas estas
infamias
la constancia de¡
Gobierno, despues de haberlo apurado con
tanta vileza en sus conflictos, la
enormidad de
sus responsabilidades y la execracion general que se dejaba
•sentir en los habitantes
de Montevideo, á vista de unos procedimientos tan
injustificables como indignos de
los Agentes de una N acion, para que nada
restase al espíritu alentador que habian desplegado contra la autoridad
legal
de aquel Estado; conciben y ejeeutan la ridícula y pueril supercheria de aluci.
nar al Gobierno con ofrecimientos
tan despreciables como
indignos de ser
considerados, y que no tenian otra tendencia que mortificarlo en sus conflictos
y desviarlo de la exigen te atencion á que los
llamaban los bandidos, esos
dignos aliados de tales Agentes.
>
Le ofrecen
(no ta núm.
12)
neutralízar los buques piratas de Rivera, á
condicion de que el Gobierno procediese inmediatamente á desarmar sus bu·
ques en el puerto: pero ofrecen hacerlo hasta donde las fuerzas
fr?ncesas
pudiesen seguir á los primeros.
Claro era que una promesa tal mas tenia de
ridícula que de real,
porque como los buques de guerra Franceses por su
calado no podian navegar sino basta cierta altura del Uruguay, nunca llegaria
el caso da neutralizar los piratas. Sin embargo el Gobierno, desentencliéndose
de la ilusion de que pretendian hacerlo victima, por Ja
(nota núm. 13)
de–
mandó algunas esplicaciones relativas á la navegacion del rio desde Montevideo
hasta Paysandú, respecto de las personas y de las cosas, pero todo fué pues·
to en claridad por la con testación del Cónsul
Barad~re,
reducida á expresar
que .solo eran comprendidas las personas y los efectos en el caso que fueren
puramente comeráales .
En· vista de esto ¿podrá negarse ni aun dudarse la
proteccion decidida hácia los redeldes?
>
Una guerra torpe estaba declarada con tra la autoridad legal, una guerra
pérfida y alevosa.
El Cónsul Baradére, enviado por su Gobierno para expe–
dirse conforme á las relaciones de amistad y'buena armonia con
el
del Estado
Oriental, para obrar sin otra dependencia que la de su Corte cerca de una
nacion independiente, desconociendo su honrosa posicion, se habia constituido
instrumento degradado de la cólera del Contra-Almirante, y aun muchas veces
el instigador de ella, autor de todas las
invenciones que pudieran exitarla, y
ávido escudriñ ador de todos los actos del Gobierno.
>
Inútil era
reclamarle
contra
los repetidos
actos hostiles del
Contra·
Almirante, porque solo se circunscribia á noticiarle
las~
quejas del Gobierno.