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Despues del derrocamiento del General Oribe de la Presi–

dencia de la República, el General Rivera se hizo cargo dicta–

torialmente del gobierno, bajo el título de General en Jefe del

Ejército Constitucional.

La nueva administracion que entonces hizo, fué todavia

peor que la primera. Se r ecargaron hasta el exceso los im–

puestos

para obtener dinero, el cual era sacado sin formali–

dades de ninguna especie cle las arcas fiscales para ser distri–

buido entre los adictos del caudillo.

En cuanto á la política, seguia una marcha loca y desor–

denada, sin rumbo fijo,

sin obedecer otro plan que el de

salir de los apuros del momento. Así vemos que por una

parte trataba con el Imperio del Brasil y por otra ayudaba

á los republicanos de Rio Grande. Declaraba un dia la guerra

á Rosas y al otro solitaba la paz con el mismo. Auxiliaba

á los emigrados argentinos y

trataba al mismo tiempo de

desprestigiar y anular la personalidad de Lavalle.

Pródigo y gastador por naturaleza, hoy amigo y mañana

enemigo sin razon, se aliaba con todos para romper despues

sus relaciones sin motivo, y el gobierno reflejaba en sus

actos el carácter personal del j efe del P. E., caminando

sin derroteros fijos entregado á toda clase de aventuras.

Mientras que ocupó el Gobierno, anduvo casi sin cesar

en correrias por las provincias limítrofes argentinas y en el

territorio del pais, provocando la invasion del Estado Orien–

tal por un ejército al mando del General Echagüe, que fué

derrotado en la accion de Cagancha por. el Gener al Rivera

el dia 19 de Diciembre de 1839.

Mientras que estos sucesos se desarrollaban en la República

el gobierno de Rosas que conocia las aptitudes militares del

General Oribe, aprovechaba sus servicios para hacerle diri–

gir una campaña que se hizo célebre por sus triunfos y cruel–

dades en las provincias argentinas.

Mandando un ejército que puso Rosas á las órdenes del

general Oribe, y en el cual fueron todos los j efes orientales

que habían seguido la s uerte del mandatario derrocado, reco–

rrió hasta los mas lejanos confines de la confederacion, obte–

niendo una victoria en todas partes donde se libró un combate,

pero tambien dejando en todas partes el recuerdo tremendo

de hechos bárbaros y sangrientos.

Hasta entonces la carrera militar del General Oribe no ha