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rés de ciudadanos, pueo que el Gobierno no disponia de los medios de ga–
ran tirlos contra las justas ir:is de los deudos de sus innumerables víctima .
• A sí, pues, bajo la administracion de D . Bernardo Berro, babia persegui–
dos
y
proscriptos, como los babi a bajo la admin istracion del General Batlle
en la hora de ser invadido el pais, pues nosotros entendemos que no basta
declarar abiertas las puertas de la patria para
lodo~
los ciudadanos, si al mis–
mo tiempo no se tiene vokntad
y
el poder de h acer efectivas en sus perso–
nas todas las garantias constitucionales.
• Por lo demás, las otras dos diferencias capitales que Vd. quiere estable–
cP.r á favor de la rebelion de Aparicio
y
del Gobierno del Sr. Berro, no las
encuentro dignas de la elevacion de su carácter.
• Pretender que el General Flores no representaba la mitad del pais, por
lo menos, como lo representaba Aparicio, es pagar escesivo tributo á las pa–
siones de partidario.
• E l General Flores llegó á tener 4 ó 5 mil hombres en armas, como los
ha tenido Aparicio,
y
si el General F lores contó alguna vez en s11s filas un
par de
cien enganch ados mercenarios, Aparicio
los ha tenido en cuádruple
número, por lo menos;
y
si Flores tuvo á Fidelis con
200
ó
300
brasileros
reclut ados en la fron tera, Aparicio tiene
á
Manduca Cipriano con
400
ó
500.
• Y no me
ostenga Vd., Dr. H errera, lo contrario, á mi que ví por mis
propios ojos el tendal de cadáveres que dejó la
infanteria de Aparicio en la
salida del 29, desde las Tres Cruces á la Union,
y
que entre ro napolitanos
apenas pude distinguir un oriental.
• No es Vd. mas feli z, cuando invoca en prueba de la liberalidad
y
tole–
rancia del Gobierno del Sr. Berro, el hecho insignificante de haber dado po·
sicion ofi cial
á
los Dres. Herrera
y
Obes
y
Magariños Cervantes.
eso discerniese patente de liberalidad
y
tolerancia política, el General
Batlle y sus hombres podrian h acernos enmudecer á Vd. y
á
mi que
se las
negamos, enseñándonos al Dr. D . Joaquin R equena, el primer
jurisconsu lto
del partido B lanco, sirviéndole de Fiscal de Estado,
y
al D r. Forteza, una de
las ilustraciones de su juventud, desempeñando el empleo de Juez de primera
Instancia.
·
• Esos hechos aislados cuando no responden á un plan gene ral de política
y
no
on el
resultado del ejercicio de u actividad política por parle de los
partidos, arguyen algo muy di tinto
y
tieDen un
significado muy diverso a
que Vd. le atribuye.
>
Permílame que me ab tenga de marcarlo mejor para no herir sin necesi–
dad á per onas que son e !rañas á e le debate y que guardan completa abslen–
cion en política militante.
>
Yo me reitero en lo que ante1iormente le dije
á
Vd.,
á
saber: • que
el General Flores en 1863
invocaba como Aparicio la ilegitimidad del go–
bierno de D . Bernardo Berro, impue lo al pais á h'erro
y
sangre; que como
A paricio, invC'caba las persecuciones y pro cripcion á que estaban condenados
su amigo
político-; que como A p:11 icio, el General F lores habia agrupado
?.
su ¡¡!rededor alguno mill:..re de partidario ; que como Aparicio, prelendia