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145 -

política, por el medio indicado de una Coavencioa Nacional elegida por su·

fragio universal y llamada

á

ser la base augusta de una recoastruccioa perfec.

tamente legal de los P oderes Nacionales.

>

Pero si D. Lorenzo Batlle, impone su personalidad egoísta entre las aspi.

raciones del patriotismo y las aspiraciones bastardas de los círculos,

á

coadicioa

de que se despoje de la autoridad legal que no inviste, aceptemos su perso–

nalidad, que es bien poca cosa si entretanto abrimos al país el camino de la

reconstruccion nacional en sus fuentes originarias y legítimas.

• He ahí mi pensamien to Dr. H errera, que Vd. ha disfigurado sin inten.

cion, quiero y debo creerlo, pero de una manera intolerable.

• E l resto de su carta no tiene íntima relacion con la cuestion de actualidad,

pero no escusaré por eso el contestarla ea sus dos tópicos capitales.

• 1°.

El paralelo entre el gobierno del Sr. Berro y el gobierno del Gene.

ral Batlle.

>

2°.

Sus tra-bajos y sus opin iones sobre la paz en aquella época.

>

No tengo inconveniente en declarar que el gobierno del Sr. Berro era un

gobierno relativamen te moral.

• Recibió el gobierno de las manos de D. Gabriel Antonio Pereira,

á

cuya

admiaistrac:cion

puede aplicarse con tanta ó mas

razon que

á

la de D. Lo·

renzo Batlle, los conceptos que Vd. arranca de las columnas de

El S iglo

en

momentos de la mas

exacerbada y ardiente polémica.

• No insistiré ahora ea demostrar hasta qué grado se ha prostituido la admi·

nistracion pública durante el gobierno del General Batlle, pero sí diré que no

es posible en ningun Gobierno mayor prostitucion que la que imprimió don

Gabriel Pereira

á

los negocios públicos, coa aceptacion y aplauso del partido

Blanco, y triste me es decirlo: coa aplauso de Vd.

>

Don Bernardo Berro, hombre honrado y austero, corrijió ea gran parte el

derroche y la inmoralidad de la administracioa que

recibía; y como no nega–

mos en tonces ese

hecho honorable para el Sr. Berro en la época de su Go·

bierno, no lo negamos tampoco hoy.

>

Pero la moralidad administrativa de un Gobierno no hace absolutamente

á

su legitimidad originaria y

á

su liberalidad y su tolerancia política.

>

Soportable puede considerarse el Gobierno de D . Bernardo Berro, con re–

lacion al de D . Gabriel P ercira, verd adera orgía

sangrienta en que hasta el

pudor tuvieron sus cómplices y sus partidarios; pero el Gobierno de D. Ber–

nardo Berro- no era mas legítimo que el de D. Gabriel Pereira, ni gobernaba

con la Constitucion y las leyes.

>

Gobi~rn o

intransigente de pa1tido, empezó por aceptar y enaltecer la tra–

dicion de su an tecesor.

• Debió su origen al

masacre

de Quinteros, en que se esterminó

á

todo

un ej é rcito de

patriota~,

por el crimen de escribir en

la prensa, de reunirse

en los clubs y de Yotar en las urnas.

>

Las Cámaras que nacieron de aquel golpe

inaudito de autoridad, eligie–

ron

á

D. Bernardo Berro; y mi entras se le elegia,

la plaza pública era un

campamento militar ocupado por Bernardino Olid

y

Gervasio Burgueño con

¡o