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no se debe culpar á nadie sinó á los que no lo dejaron proseguir
su buena
senda, ea la vida
normal,
característica de esa administracion.
• Como Aparicio, dice Vd., el General Flores babia agrupado á su alre –
dedor algunos millares de partidarios, y, como Aparicio, pretendia represen–
tar á la mitad del pais.
»
• No creo que haya de buena fé, comparacion posible entre la representa–
cion de la Revolucioa actual coa la que encabezó Flores. -
No lo separe á
este caudillo de las huestes brasileras y de los grupos de
aventun:ros que lo
rodeaban, so
pena de esponerse
á mostrarle á los ojos de todos, como no
habiendo
reunido nunca alrededor de su bandera para
la buena obra de
reemplazar el gobierno de Berro con su dictadura, etc., mas parciales que un
par de mil hombres (y de qué calidad!)-y si es cierto que alegaba represen·
tar á la mitad del pais, ¿qué representa la Revolucion actual que, por confe–
sion de Vdes. mismos, puso en el campo de batalla del Sauce
mas de cinco
mil
voluntarios, y estos nacionales,
que
prefieren estar mal
armados
á
recibir
sus armas de parques estrangeros oficiales y que pierden batallas ó
las ganan eu menor número porque prefieren lidiar solos,
triunfar ó perecer
solos antes que hacer que su bat:!dera se abrigue ante los pliegues de bande–
ra estrangera?
Restableciendo con estas contrareminiscencias
lo que, á mi pobre entender,
es la verdad-me
permitirá Vd., antes de poner
punto
final
á
estas mis
cartas, que ya no
tienen objeto útil, que agregue algo mas para disipar uu
error que Vd. padece ó reclamar de una injusticia que Vd. me hace.
<
Dice Vd.,
cy
bien, Dr. de Herrera, Vd.
Mini~tro
de Berro, ¿qué hizo en
favor de la pacificacion de la República, sobre la base de la coparticipacion
de ambos partidos en un Gobierno provisorio, única solucion que encuentra
Vd. hoy equitativa y posible, práctica y patriótica?
>
¿Cuándo estuvo el Gobierno de Berro de que Vd. formaba parte, dispues–
to á otra cosa que á amnistiar á lus rebeldes y reconocerles sus grados?
»
Y cuidado que si la guerra ha tomado hoy verdadero carácter de guerra
civil y amenaza no tener por las armas mas solucion que el esterminio, tambien
entonces babia revestido la guerra ese carácter, y la intervencion es trangera, esa
otro emergencia que debemos tomar siempre en séria consideracion (no parece
que empleen Vds. medios para evitarla si para suprema fatalidad llegara) se
presentaba inminen te, cuando hoy apenas se presenta posible.
>
El ciuda.dano que, siendo Ministro, se conducia asi, ¿cómo puede en efecto
abogar hoy por la paz y transaccion?•
• Si esto fuera cierto, cabria esa admiracion. Pero no lo es.--En la época á
que Vd. se refiere, llevé mi inclinacion á la pacificacion, hasta el punto de me–
recer á los ojos de muchos de mis correligionarios políticos el dictado de débil
y hasta el de traidor entre gentes vulgares. Me maravilla la acusacion que usted
me hace.
>
En el tiempo á que Vd. se refiere de Berro y Aguirre, hubo varias tenta–
tivas de paz.