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en su personalidad en el Estado la sintesis de todos los principios constituti–
vos de la organizacion política y social de una nacion.
• Sin una inmensa despreocupacion que no es general en los hombres de
Estado, y sin una abnegacion personal que no es tampoco comun de los hom–
bres de mediana talla, no habia el derecho de esperar que á la primera insinua–
cion de
-Ja
reaccion armada, el General Batlle hiciese abnegacion de la auto–
ridad legítima que cree representar y de la autoridad de hecho que en efecto <tjerce.
• Si no hubiese otros cargos y otras acusaciones que formular contra el Ge–
neral Batlle, yo lo absolveria de culpa y pena.
• El General Batlle no seria una escepcion en los sucesos de nuestros go–
biernos, ni habría hecho o tra cosa que lo que usted y su5 amigos enseñaron
y
practicaron en época no remota, con circuntancias agravantes
y
con carácteres
odiosos.
• D. Gabriel Pereyra no podia invocar títulos mas legítimos que el Gene–
ral Batlle para gobernar al país en nombre de la legalidad y de la Constitu–
cion; el General Batlle no ha cometido atentados tan brutales ni abusos tan
irritantes de autoridad como los que cometió Pereyra; los revolucionarios de
1870
no pueden invocar un proceso de tan palpitantes injusticias y de tan
irritantes violaciones de la ley y de tan brutal opresion y de tan escandalosa
negacion de la soberanía popular, como los revolucionarios de
1857,
y sin
embargo Pereyra, apoyado por Vd. y su partido, lejos de sentirse inclinado
un solo momento
á
la fraternidad y la conciliacion, á la paz por el camino
de
transaccion, por el Gobierno de tran saccz"on,
no vaciló en esterminar por
la matanza á todo un ejército rendido, en nombre de un principio que no
representaba, de la ley que era el primero en violar, y de la paz que jamás
se afianzará en tierra de hombres libres con el abono de la sangre humana
vertida en frias y cobardes ejecuciones.
• ¿Por qué en aquellos momentos usted, Dr. Herrera, que siente palpitar
dentro de su pecho un corazon tan noble y tan inagotable para los senti–
mientos fraternales, no levantaba su voz sino en nombre de la justicia y del
derecho, en nombre de la humanidad y del porvenir?
• Ah espíritu de partidismo! eres inexorable aun con los caracteres mas
nobles y con los corazones mas generosos!
• El mismo ciudadano que h oy levanta su voz airada y elocuente contra
el General Battle por el crimen de no haber deferido á las primeras indicacio–
nes del bandolero Aparicio á favo r de la pacificaciou de la República sobre
la base de una coparticipacion de ambos bandos en el gobierno, permanecía
mudo é instigaba talvez á la matanza de
1858 .
• D. Bernardo Berro, bajo el punto de la legalidad, no representaba mas
que Pereyra.
• Lo elevaron al poder las Cáymaras de Partido que hizo elegir D . Gabriel
Pereyra despues del acto de
justicia nacional
que perpetró en Quinteros, con
los que habían querido h acer prácticas las libertades públicas reuniéndose en
los Clubs, haciendo propaganda en la prensa y votando en las urnas.
Y bien, Dr. Herrera, Vd., Ministro de Berro, ¿qué hizo en favor de · la