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• Su suegro de Vd. es testigo de mi diligencia por ser invitado á esa reu–

oioo, y puede decirle en qué sentido habri a hecho escuchar mi voz.

>

Yo ya babia dicho al Comandante E stomba que á la victoria armada y

sangrienta, prefer ia la solucion incruenta y pacífica que no fuera el triunfo de

ningun hombre, de ningun cí rculo, de ningun partido, si es que ninguno de

Jos partidos habia de considerarse vencedor por el triun fo augusto de las ins·

tituciones y de la soberania nacional.

>

Con estos an tecedentes, ni al testimonio de su suegro de usted, necesita

usted apelar para saber como me babia espresado yo en aquella solemne oca–

sion.

• Yo he pensado y pienso que la mejor solucion de la aclual contienda sería

el inmediato llamamiento del país á sufragio para constituir una Convencion

Nacional que reabriese la era de los Gobiernos Constitucionales

y

legítimos

J

y

nmatase

defi nitivamen te esta cadena oprobiosa de inmoralidades que veni·

mos arrastrando con resignacion estoica, y si he creido y creo que el comple·

mento de esa solucion sería la organizacion de un Gobierno provisorio, no he

estado dispuesto ni estoy dispuesto á hacer condicion indeclinable de la organi–

zacion personal del Gobierno que habria ele presidir y llevar á cabo esa solu–

cion eminen temente nacion al y altamente patriótica

y

polí tica.

• P or eso cuando hablando Vd. de sus trabajos en favo r de la paz, solo se

preocupaba de las combinaciones de personas del tin te blanco-colorado que for–

masen su gobierno mixto; yo me preocupaba de encontrar una solucion que

contrarrestase las influencias equipoderosas y los acomodamientos personales.

>

Usted olviJ a que la solucion pacífica ten dría que arreglarse, no conmigo

y con los que piensan como

yo,

sino con el General Batlle y sus Cámaras y

sus hombres, que se llaman Gobierno, y q ue invocan la representacio n legíti·

ma del país.

»

Si Vd. les ex ij e que depongan su autoridad de de recho abdicando en

la

soberania radical del pais, y al mis mo

tie~po

que resignen su autoridad de

hecho, ¿qué les concede, q ué transaccion les of1ece?

>

_Y he aquí Dr. Herrera porque antes de entrar á este punto, quise dar su

verdadero lugar á las pasiones y debilidades de los hombres, y quise recor–

darle la abnegacion ele sacrificar las posiciones personales en aras de altos pen–

samientos pa trióticos, no es una virtud con que debe contarse, dado Jos an–

tecedentes de nuestros h ombres públicos y las condiciones

~astardas

en que se

producen nuestras luchas.

• Usted menos que nadie tendría el derecho de exijir esa abnegacion del Ge–

neral Batlle, porque Vd. tampoco Ja tuvo en una ocasion idéntica.

>

Yo por mi parte jamás me he albagadu con esa idea, ni me ha ocurrido

formul ar la exigencia.

>

Solucion pacífica sobre esa base no la he visto posible en ningun mo–

mento, y por eso entre un a solucion basada en la participacion que tomasen

tales ó cuales hombres blancos y colorados en el actual Gobierno de la R epú–

blica sobre su base de legiti midad, que Ja mayoría del país desconoce, y una

solucion basada en una abdicacion de los poderes actuales en la soberanía

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