Table of Contents Table of Contents
Previous Page  465 / 840 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 465 / 840 Next Page
Page Background

- - 131

tópicos <le su carta, pero la presente no puede prolongarse mas

y

concluyo

prometiéndole continuar oportunamente.

• De Vd. afmo. compatriota y S. S.

fose' Pedro Ramirez.

CARTA DEL CORONEL E STOMllA AL DR.

R.AMillEZ

Señor Dr. D. J osé Pedro Ramirez.

Montevideo.

• Villa de Melo, Febrero 8 de 1871 .

>

Señor: Acabo de leer las líneas con que Vd. encabeza la carta que el doctor

don Juan José de Herrera ha publicado ea Buenos Aires, coa el fin de espli–

car su verdadera actitud en los sucesos de la Revolucion Oriental.

• En esas líneas recuerda Vd. la discusion que tuvo conmigo, cuando el

ejército de la revolucion sitiaba á Montevideo, reproduce Vd. algunos párrafos

en que se pronunciaba resueltamente por una solucion pacífica, ea la contien–

da actual, y se permite decir Vd. que «calculadamente omití yo tocar ese tó–

pico, el único que talvez tenia importancia positiva ea su artículo.>

• Lamentando esa omision, agrega V d. todavia: • Es sensible que se per–

diesen tres meses que han transcurrido, tres meses que representan millon y

medio de pesos menos en las arcas del Estado, algunos millones de riqueza

pública destruida y un millar de vidas inmoladas.•

• Las injustas apreciaciones de Vd., me obligan á volver á la prensa para

dejar bien establecidos los hechos, ea Ja conviccion de que ni amigos ni ad–

ve1sarios, pondrán en duda la austeridad de mi palabra y la sinceridad de mis

convicciones.

• Usted ha olvidado seguramente el origen. de la discusion entablada entre

nosotros. Es fuerza que yo lo recuerde.

• El sentimiento de paz y concordia que anima á los orientales, tuvo una

de sus ma s simpáticas demostraciones en uno de los días del asedio que sufrió

Montevideo. Jefes de ambas líneas, movidos de un sentimiento espontáneo y

generoso, deponiendo por un momen to las armas homicidas, avanzaron simul–

táneamente para confundirse en un abrazo de espansiva fraternidad, comunicar

sus íntimas aspiraciones y condenar amargamente la guerra que divide y en-

sangrienta el suelo amado. Entre esos jefes me hallaba yo, que, dirigiéndome

al Mayor Elis le h ablé poco más ó menos en estos términos: