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> Mi amigo: Nosotros los que cargamos una espada para defensa de la pa–

tria,

tenemos dobles deberes que cumplir, no debemos desnudarla jamás para

sostener aspiraciones personales ni de círculos, ni debemos consentir en que

nuestra mayor ó menor

influencia se

esplote para estimular

el

espíritu de

division, y encender la guerra en provecho de esos

círculos esclusivistas, que

quisieran convertirnos en instrumentos ciegos de su desenfrenada ambicien de

predominio.

Tienen Vds. un diario que concita

á

la lucha en nombre de

tradiciones sangrientas que hicieron ya su época y desaparecieron con el pa–

sado.

~

No se dejen Vds. llevar de envenenadas pasiones y digan Vds. á los doc–

tores Ramirez que no gasten su inteligencia privilegiada en tan funestos propó–

sitos, y que la empleen mas

bien en estimular ese

espíritu

generoso que á

todos nos anima, para que pronto el dia en que arrojando unos y otros las

divisas que nos separan, nos demos el estrecho abrazo de la paz y de la

frá·

ternidad.>

• Tal era el espíritu de mis palabras.

Ese llamamiento á la

tolerancia y

á la concordia que yo les dirigía, fné el orígeu de la discusion que

V

d. me

promovió.

~

¿Cómo se esplica, pues, que me acuse Vd. hoy de haber omitido calcu–

ladamente la discusion de ese

tópico, discusion que nadie sino Vd. había

hecho imposible, agitando las pasiones y los ódios, reavivando la saña y la

discordia del pasado

?

• Si yo no contesté esta parte de su artículo, no fué calculadamente, como

Vd. lo afirma por error ó por cálculo.

E l artículo de que me ocupo, y cuya

última parte cita Vd. hoy á cada paso, era en su principio un apasionado

desahogo del partidario exaltado , que, sintiendo vacilar el

terreno bajo sus

plantas, lucha sin embargo desesperado antes de abandonar sus posiciones y

sacrificar el ídolo falso en cuyos altares ha quemado el incienso de una ima–

ginacion estraviada.

• Antes de apreciar el final de su artículo, yo tenia que rebatir sus falsas

premisas en el último de los que dirigí

á

El Sig lo,

artículo confeccionado en

los momentos que robaba á las atenciones violentas del servicio militar.

»

Me proponía, y bien lo sabe Vd. Dr. Ramirez, continuar la série de

mi~

artículos, y debía llegar lógicamente al tópico de la paz, cuando se precipitaron

los sucesos que nos obligaron á levantar el sitio. Los hechos ulteriores hicie–

ron importuna toda la discucion sobre

el particular, en concepto de Vd. que

consideró abandonada, ó cuando menos aplazada indefinidamente, toda gestion

en el sentido de la paz.

• Al espresarse V d. en estos

términos, aludia V d. á la

nota que nuestro

General en J efe habia dirigido desde la Union al Pre;idente Batlle, proponién–

dole una solucíon amistosa, hecho que hoy deja tambien Vd. en el olvido, para

Janzarnos un cargo inmerecido.

>

Pero, si bien no tuve yo ocasion de emitir públicamente mi opinion en

el sentido de la solucion que Vd. proponía, Vd. debia saber que no de enton–

ces, sino de algun tiempo atrás, me preocupaba vivamente, como á otros mu-