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El siguie nt e h echo, que parece providencial, tuvo el final
durante la r evolucion:
D~spues
d e ha be r toma do el General Flores
á
Montevideo el
año 65, hubo infinidad de venganzas consumadas por su gente
contra los mi embros del partido aciona l. El Coronel D. José
Mayada, que se habi a quedado
á
r esidir en el p ai d esp ues de
aquel s uceso, confiado en las garantias qi.+e se le ofrecian, fué
víctima de una d e es tas vengan zas .
Vivia á la sazonen el p ueblo de San J Ósé. Un dia se presen-
- tan cinco indivi duos
á
su casa, y so-pre t es to que el Comisario
t al,
que ria hablar con él, lo sacan confiad amente para afuera,
y lo llevan
á
la costa del a rroyo Cagan cha, d onde cometen
atrocidades con él, dejándolo po r mue rto e n e l campo. Y para
gozarse de su venganza, tienen el
toupé
d e volver
á
la casa del
asesinado y d ecirle
á
su mujer lo que habia s ucedido.
Ésta, n aturalmente , desesperada, fu era d e sí, corre
á
casa
de los vecinos y de sus amigos contando á todos lo que le
p asaba. Inmediatamente sale n infinidad d e person as
á
buscar
el cadáver y d espues de mil pesquisas, lo encuentran al dia
siguiente completament e c ubi e rto de heridas y por ende
de–
gollado de oreja
á
oreja.
Buscan un carro, lo ponen en él y lo
trasportan á s u casa.
Una vez aquí, tratan d e limpiar el cuerpo de la sangre que
lo cubria para luego amortajarlo . P ero c uando estaban en esta
operacion, nota uno de los que lo limpiaba que le la t e el cora–
zon, se p e rsuaden los otro tambien de est a feliz res urreccion, y
e n seguida y con el mayor ig il o corre n en b usca d e un facul–
tativo, que confirma el h echo y dispone lo necesario para que
vuelva en sí y proceder á s u curacion.
A los dos
ó
tres dias d e este acontecimiento, se sabe por los
amigos del h e rido que s us asesinos estaba n informados de lo
que pasaba y qne se preparaban para venir á r ematar al Coro–
nel Mayada.
¿Qué hacer e n est e trance tan amargo? Babia que salvarlo
de alguna manera.
Pues, manos
á
la obra. Se consigue un buen carro, se coloca
en é l, lo mej or posible, a l pobre h erido, y lo mas ocultamente
se le saca d el p ueblo y con b ue nos baqueanos emprenden la
mar cha, siempre ocultos, ha ta Entre-Rio , p asando el UrL1guay
á
los siete
ú
ocho dias de viaje.