Table of Contents Table of Contents
Previous Page  123 / 840 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 123 / 840 Next Page
Page Background

-

85 -

nados, hallando en su patriotismo fuerza para encarar los peli_

gros y ánimo inquebrantable para soportar los desastres, e1

pendon de redencion que habia enarbolado el General Artigas

en

1811.

Desde aquellos tiempos memorables, descollaron como va–

lioso elemento de accion los hijos de nuestros campos . Durante

varios años consecutivos, sin tr egua ni reposo, se iniciaron

como una colectividad capaz de realizar las mayores hazañas y

de no r etroceder ante ning un sacrificio en defensa de sus con–

vicciones y de su autonomia local.

Por último, Artigas

<

fué

>

vencido. La conquista y la traicion lo obligaron á refugiarse

»

en las selvas del Paraguay, donde vivió treinta años, muerto

»

ya para la historia- ¿Qué quedaba de su obral?-No os en–

) gañeis.-Quedaba el sentimiento indómito de un pueblo que

>

Artigas babia agrupado, acaudillado, engreido, para vivir y

»

crecer en la sucesion de los tiempos.

»

(1)

Espatriado el prestigioso caudillo, perdida toda esperanza de

triunfo, enseñoreada la conquista del territorio oriental, los

soldados de la causa vencida volvieron á sus hogar es, desde

donde continuaron manteniendo ódio profundo ála usurpacion

y la dominacion estraña, hasta que pudiera organizarse de nue–

vo la lucha contra el poder lusitano.

Rabian entrevisto la libertad, habjan hecho todo lo que era

humanamente posible para adquirirla y la idea de la indepen–

dencia del territorio oriental habia echado hondas raices en la

conciencia y en el corazon del pueblo .

Solo esperaban, pues, los paisanos, que se presentase una

oportunidad favorable para correr á las armas y renovar en una

t entativa desesperada el propósito dominante que atraia todas

las voluntades y fundia en una sola las aspiraciones de todos

los ciudadanos.

Trascurrieron así algunos años, hasta que los Treinta y Tres

desembarcaron en las playas de la Agraciada. Y empezó otra

vez, larga y sangrienta lucha, coronada por la victoria y nació

entonces en el suelo americano una nueva nacionalidad, rea–

lizándose los votos de un pueblo viril que no economizó sacri–

fi cios para realizar el ideal patriótico á cuyo servicio puso todos

sus recursos, todas las fuerz as vivas de que podia disponer.

Ahora como ántes, las masas campesinas jugaron el primer

rol en las filas revolucionarias, y renovaron las hazañas pasa-

(l)

Cárlos M. Ramirez,

A rtigas,

pág. 10.