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muchos años la principal fu ente p roductora d el p aís,

y

por

consig uiente, el trabaj o casi obligado á qu e se dedican d esde

tiempo lej ano los habitantes de nuestra campaña.

La conduccion d e tropas de g anado á los escasos cuanto

ap artados pueblos que existian á p rincipios del sig lo 6 á los

saladeros de Montevideo

y

Rio Grande, hacia adquirir á nues–

tros p aisanos un conocimiento exacto de los p araj es

y

de la

topografi a d el t erreno, á tal p unto, qu e viajaban de noche como

d e dia sin estraviar se nunca, dándose cuenta precisa á toda

hora del sitio en que se encontraban.

En las penosas t ar eas en q ue hallaban ocupacion, se acostum–

b raron á sop ortar las inclemencias d el tiempo,

y

los cruele.s

frios del invi erno como el ar diente sol del verano, no causab an

la menor imp r esion á una r aza fu erte qu e se vigorizaba

y

r obus–

t ecia en el ejercicio de la profesion campesina en que ganaba

el sustento honrado, qu e les p ermitia satisfacer sus exíg uas

necesidad es.

Asi, p ues, el p aisano oriental, connaturalizá ndose desde pe–

queño con los riesgos

y

peligros de su ocupacion aventur era ,

apr end ia á confiar en sí mismo

y

á conta r con solo sus fu erzas

propias para defender se de las fieras q ue abundab a n

y

de los

malhechor es q ue infestaban la campaña,

y

que h acian fr ecu entes

incursiones desde la provincia d e Rio Grande d onde se r efu–

g iaban cuando los perseguian

y

desde donde organizaban exp e–

d iciones para entrar á robar haciendas en el t erritorio oriental.

L a existencia en semejantes condiciones par a los habita ntes

d e nuestro

campos, tenia que ser de ·Contínuo sobr esalto

y

agitacion, pero contribuía tambien á mantenerlos ese estado de

alarma

y

de zozobra en que e vivía, dispuestos para la defensa

de u

intere es

y

per onas amenazadas

y

á hacer de ellos un

elemento de accion inapreciable como lo demostraron en las

lucha que sobrevinieron despues.

ometido de de la infancia á ese género de vida, habituán –

dose á encer lo peligros inherentes á su ruda labor como á

domar los animales de que e servia para el trabajo, el gaucho

ori ntal adquirió condicione que le dieron desde los tiempos

h r óico

de la independencia una per onalidad propia, de sa–

lientes

y

acentuados ra go , que ha sabido mantener perfec–

tamente definida, á tra é de lo años

y

de los cambios opera–

do en u hábito

y

co tumbre , por el avance d e la civilizacion